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Mιsιóᥒ: Rᥙᥒᥲ Bᥣᥲᥒᥴᥲ
00:16 horᥲs
<Pᥣᥲყᥱr & Roᥙgᥱ>
 
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V1566641 · 26-30, F
— Creo que es hora de empezar. — La femme Rouge giró sobre sus tobillos para dar la cara directo al ventanal y a la caja de electricidad que yacía a un lado de este. Tras abrir su bolsa de mano - que era pequeña, casi como una cartera - obtuvo lo que parecía ser un simple rimel para pestañas mas en su interior una USB aguardaba. — Cuando quieras, Player. — Dijo una vez enchufó el aparato en la ranura adecuada dentro de la caja. La misión de esa noche era obtener una pieza en forma de florero que valía más de 300 millones de dólares antes de que Vile le pusiera las manos encima; ese era el verdadero trabajo de Ventura, robar a los ladrones antes de que ellos lo hicieran y después devolver lo robado, asegurándose de que implementarían mucha más seguridad en el lugar. Ahí también entraba Player, el mejor hacker para ofrecer sistemas de alerta.

Por eso eran un gran equipo, tenían habilidades para el mal pero las usaban en pos del bien.
V1566641 · 26-30, F
Sonrió y la luz de la luna hizo brillar aún más sus ropajes rojos. Siempre que asistía a una misión llevaba rigurosamente un conjunto de ese tono, ya fuera un abrigo, una simple blusa y un pantalón, lo que fuera tenía que llevar su marca; para esa ocasión unos shorts y una blusa de manga larga bastaban, muchos decían que se arriesgaba demasiado en no portar el negro o sus variantes oscuras pero Ventura no era una ladrona conocida por huir a los enfrentamientos con la policía, de hecho le gustaba destacar. Creía, en lo que quedaba de su mentalidad de chiquilla, que a Vile aquello le haría rabiar más pues le habían enseñado el mimetismo en vano.
V1566641 · 26-30, F
Las ilustraciones en sus libros no le hacían justicia a la ciudad de Roma en absoluto. La magnificencia de la arquitectura, la gente que trasnochaba y caminaba por las calles, el aire que incluso parecía diferente al de la Isla en la que había estado enclaustrada la mayor parte de su vida, todo le recordaba el motivo por el que amaba su trabajo. Su sueño siempre había sido ver el mundo después de todo.

— Astra... — Murmuró desde la cima del museo Borghese, se sentía sin aire ante tal belleza. — Deberías verla... Es preciosa.

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