31-35, M
Sólo me gusta leer.
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E1581011 · 22-25, M
Eugeo estaba un poco sorprendido, pero no incómodo. De hecho, estaba muy lejos de eso. La sonrisa que había estado luchando por contener finalmente rompió las barreras y se apoderó de sus labios.
—Yo... —Su voz tembló un poco, pero se rió suavemente, avergonzado—. Yo también, Yuuta. Siempre he querido conocer más sobre ti.
Y entonces se quedó callado, su sonrisa amplia y brillante iluminando su rostro mientras sostenía la mirada de Yuuta. A pesar de que el sonido de su corazón latiendo parecía ser el único sonido en la habitación, Eugeo se sintió increíblemente en paz. Estaba asustado, sí, pero también estaba emocionado. Había algo tan intrínsecamente hermoso en la vulnerabilidad de aquel momento, y Eugeo decidió, entonces y allí, que no le importaba ser vulnerable, no si era con Yuuta.
—Estoy feliz. —Eugeo admitió finalmente, su voz no era más que un susurro. Pero sus ojos decían mucho más, brillando con una mezcla de emociones; miedo, incertidumbre, emoción, y más que nada, felicidad.
Por un momento, simplemente se quedaron allí, disfrutando del silencio entre ellos. Entonces Eugeo alzó su mano y la colocó sobre la de Yuuta, un gesto simple pero lleno de significado.
—Me gustaría mucho eso, Yuuta. —Finalmente dijo, y aunque era solo una respuesta a una pregunta no formulada, ambos sabían que era mucho más que eso. Era una promesa, una de muchas por venir, y Eugeo no podía esperar a ver dónde los llevaría este nuevo camino.
—Yo... —Su voz tembló un poco, pero se rió suavemente, avergonzado—. Yo también, Yuuta. Siempre he querido conocer más sobre ti.
Y entonces se quedó callado, su sonrisa amplia y brillante iluminando su rostro mientras sostenía la mirada de Yuuta. A pesar de que el sonido de su corazón latiendo parecía ser el único sonido en la habitación, Eugeo se sintió increíblemente en paz. Estaba asustado, sí, pero también estaba emocionado. Había algo tan intrínsecamente hermoso en la vulnerabilidad de aquel momento, y Eugeo decidió, entonces y allí, que no le importaba ser vulnerable, no si era con Yuuta.
—Estoy feliz. —Eugeo admitió finalmente, su voz no era más que un susurro. Pero sus ojos decían mucho más, brillando con una mezcla de emociones; miedo, incertidumbre, emoción, y más que nada, felicidad.
Por un momento, simplemente se quedaron allí, disfrutando del silencio entre ellos. Entonces Eugeo alzó su mano y la colocó sobre la de Yuuta, un gesto simple pero lleno de significado.
—Me gustaría mucho eso, Yuuta. —Finalmente dijo, y aunque era solo una respuesta a una pregunta no formulada, ambos sabían que era mucho más que eso. Era una promesa, una de muchas por venir, y Eugeo no podía esperar a ver dónde los llevaría este nuevo camino.