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𝘖𝘩 𝘧*𝘤𝘬
 
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L-Lo siento... susurró con mucho esfuerzo[i]. Creí que lograría... Hacerlo sola sabía que era una pobre excusa, más cuando notó la preocupación de Karasu. Fue reconfortante al menos tener noción de que alguien en el mundo la tenía en cuenta. Qué patética, se hubiera reído de sí misma de haber podido[i]. Tengo sueño, Karasu.
El sonido metálico del plomo cayendo del cuerpo de su compañero la devolvió a la realidad y se permitió por primera vez hacer un recuento de los daños en su sistema. Todas sus extremidades habían sido cercenadas, en mayor o menor medida, y había perdido el ojo izquierdo, por lo que no fue capaz de conectar sus circuitos para hacer un análisis visual que le diera cifras exactas en cuanto a la pérdida del líquido que la hacía funcionar.

Esto no es nada, pensó, antes de recordar lo horrible que fue su conversión de humano a máquina.

El volumen de la sangre aumentó a tal grado que finos hilos de un tono carmesí se deslizaron de las comisuras de los labios de Nüying, manchando aún más su ropa, aunque liberando también un poco su canal respiratorio. Fue sólo entonces cuando se permitió hablar y, por suerte, no hubo una aparatosa explosión que saliera dramáticamente disparada de su boca.
... quiso hablar y disculparse ante su reclamo inicial, pero sintió un picor en la garganta que amenazó con hacerla toser toda la sangre que comenzaba a juntarse en su garganta. Tomó aire lentamente por el dolor en su costado y aguantó lo mejor que pudo cualquier tipo de queja que pudiera salir de entre sus labios; no quería preocupar más a Karasu o, en su defecto, sentirse más débil y tonta de lo que ya de por sí se sentía.

¿Por qué lo había hecho? Silver Fox era cuidadosa, elegante y astuta como el animal que fue alguna vez, y aún así se lanzó de cabeza a la cueva de los lobos, sin siquiera tener seguro un plan B. Su mirada vagó por las luces de la ciudad y sintió un inusual frío recorrerle el cuerpo entero... Creía que no podría volver a sentir ese tipo de viento que cala hasta los huesos; tal vez estaba a punto de morir porque, por un momento, juró sentirse humana de nuevo.
Ks1579025 · M
Ella sí estaba hecha un verdadero desastre, y aunque Seiji tenía algunos conocimientos básicos de mecanica, el daño a sus protesis escapaba de lo que podía reparar.

—Tengo que llevarte con Stench— un científico que ambos conocen, experto en cyborgización. Ya antes los ha ayudado, y confía en que lo hará de nuevo, de todos modos, no es como sí Karasu no tuviera sus formas de persuadir a las personas. —Te dije que me esperaras— volvió a repetir, y no fue la segunda vez. Inconscientemente enterró los dedos de su mano izquierda en el muslo de la kitsune, y no por lastimarla, ni porque estuviera enojado... ¿Fue una señal de apego emocional? Desde que perdió a su familia, el vigilante evitó a toda costa los vínculos personales, pero ella se había convertido en una compañera, y dentro de su silencio parecía estar realmente preocupado por la forma en que se expuso en ese ataque —Pudiste morir—
Ks1579025 · M
—Te dije que me esperaras—reclamó con una voz pastosa, ligeramente ahogada en pequeños borbotones de sangre que comenzaban a costrificarse dentro de su boca, paladeando un sabor metálico. Aún así, se le escuchó tranquilo y frívolo, caminando con la mujer en sus brazos, en dirección contraría de las luces policiacas que parpadeaban unas calles atrás, a espaldas de ellos. Un edificio estaba en llamas, un laboratorio de ARASAKA; que parecía una gran antorcha humeando en medio de la zona industrial, en donde toda la lucha personal de la kitsune se había desarrollado.

—Tienes suerte de que sea un hombre muerto, o ninguno de los dos habría salido de ahí—volvió a reclamar. Su cuerpo entero estaba lleno de heridas, al punto de dejar un rastro de sangre detrás de él. Nada importante, considerando que se estaba regenerando, expulsando el plomo de sus órganos internos, y cerrando las ulceras de los balazos que recibió para cubrirla.

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