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Hvitserk · 22-25, M
Se sentía algo imperfecto en su habla, no podía darle buenos consejos ni tampoco remedios para esos sentimientos. Él también los tenía, todo el tiempo, quiso decirle que quizás si no fuera por ella, ahora estaría pensando en esas cosas con todavía más énfasis. Terminó de envolver aquel pedernal en las sogas de cuero, mientras intentaba pensar otra forma de decir las cosas.
Quizás deberías... No, no. Era una mala idea, mientras resignado negó. Volviendo a su tarea de envolver el objeto.
Quizás deberías... No, no. Era una mala idea, mientras resignado negó. Volviendo a su tarea de envolver el objeto.
User1577907 · F
Asintió, despacio, pensativa como si aquella respuesta no acabara de convencerla o, directamente, no la entendiera. Pocas vuelta o ninguna le dio a lo dicho por él. Nada tenía que decirle, pero sin querer que sus palabras quedaran en la brisa, prefirió lanzar ella unas.
Alzó en un momento una mano, solo para hacer un ademán con ella. Le restaba importancia a todo aquel asunto como si todo se tratase de algo más bien pasajero. Volviendo, después de eso, a apoyarla en el suelo, en el mismo lugar donde antes yacía.
- Lo tendré en cuenta. - y su mirada volvió a perderse en la lejanía.
Alzó en un momento una mano, solo para hacer un ademán con ella. Le restaba importancia a todo aquel asunto como si todo se tratase de algo más bien pasajero. Volviendo, después de eso, a apoyarla en el suelo, en el mismo lugar donde antes yacía.
- Lo tendré en cuenta. - y su mirada volvió a perderse en la lejanía.
Hvitserk · 22-25, M
Es normal. Pareció saber a lo que se refería, con tranquilidad seguía con lo suyo. Pasaba trenzando los hilos de cuero por el mango de aquel cuchillo desprolijo, su afición usual y compartida de los Colmillos Helados. Oyó sus preguntas, al punto de simplemente demorar un segundo en reflexionar sobre ellas. Suspiró, pues le costaba poner en palabras sentimientos que él consideraba humanos. Le dicen melancolía. Es como una tristeza rara, extrañar ese tipo de cosas... Se podría decir que él era melancólico de costumbre, de esencia, pero tenía un remedio para ello. Cuando me pasan esas cosas simplemente hago algo, busco no pensar haciendo cosas. Me mantengo activo.
User1577907 · F
Se encogió de hombros de manera leve a medida que salía de aquel ensueño. Ýrr dormía y la paz era inmensa en su cabeza en aquellos momentos, calma total con la que sus ojos observaban el paisaje que rodeaba a ambos. Sentada, notando como la brisa corría y el sol amenazaba con ponerse en cualquier momento.
- ¿Crees que se pueda...? ¿Alguna vez echaste de menos algo que nunca viviste o que conociste durante muy poco? - lanzó otra pregunta a él, manteniendo la misma expresión que portaba. Pregunta que podía servir tanto como respuesta a la suya o como vuelta, evadiendo lo dicho por él.
Un tono calmado, bastante tranquilo y casi ido a diferencia de como es que tendía a hablar Kaðrina en general. Casi parecía dormir despierta como la criatura en su cabeza hasta que por fin sus ojos se distrajeron, más concretamente, en lo que él parecía andar haciendo. Esperaba también una respuesta por su parte.
- ¿Crees que se pueda...? ¿Alguna vez echaste de menos algo que nunca viviste o que conociste durante muy poco? - lanzó otra pregunta a él, manteniendo la misma expresión que portaba. Pregunta que podía servir tanto como respuesta a la suya o como vuelta, evadiendo lo dicho por él.
Un tono calmado, bastante tranquilo y casi ido a diferencia de como es que tendía a hablar Kaðrina en general. Casi parecía dormir despierta como la criatura en su cabeza hasta que por fin sus ojos se distrajeron, más concretamente, en lo que él parecía andar haciendo. Esperaba también una respuesta por su parte.
Hvitserk · 22-25, M
¿Que pasa? Le llamaba la atención su mirada, quizás era, solo tal vez una forma extraña en que la que jamás le había visto. Será su amor por la naturaleza, el paisaje era agradable, él no sabía ver esas cosas, por ende simplemente hacía lo que solía hacer cuando frenaban: Acondicionar su equipo. Para eso era bueno, se enredaba como tonto entre cueros y tiras por sus cuernos, que adornaban por accidente su área de trabajo a la hora de anudar las partes de las armaduras, remechar las botas, afilar los cuchillos en sus improvisados campamentos. Ella por lo general, simplemente se quedaba ahí, viendo. Era la primera vez que se atrevía a preguntarle algo así.
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