26-30, M
ʜᴀʟғ ᴍᴀɴ - ʜᴀʟғ ᴅᴇᴍᴏɴ - [ ONLY RP ]
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moroha · F
— ¡Heh! Estás mintiendo — Cruzó los brazos y los llevó por detrás de la nuca, posterior a guardar a Kurikaramaru en su funda. No era el primer ni último contendiente que intentaba confundirla con la escasa o nula información de su persona. Moroha, a sus 14 años, se había enfrentado a toda clase de criaturas y, por lo tanto, tenía basta experiencia en el trato a otros seres. Por algún motivo, sin embargo, las actitudes y maneras del híbrido le incomodaron un poco. Era como verse en un espejo.
— ¡TÚ! ¡Tú eres el que está gritando! ¡Y no me llames “niña tonta”! ¡Tonto híbrido! — Gruñó notoriamente. ¿Qué efecto tenía ese muchacho que lograba sacarla de sus casillas? Por lo regular, Moroha iba por la vida sonriendo; quizás el mal temperamento del hanyō era contagioso.
— Ya te lo he dicho. El moño y la mochila fueron un regalo... de mi familia. — Tensó el ceño unos segundos. ¿Estaba bien llamar a esas personas de tal modo? No trató con ellos más allá de unos días; sobre el moño, decidió adherirlo a las mentiras recién orquestadas.
— ¿Qué tiene de especial esa mochila? Ya te dije que no permitiré que la robes. No la he robado, ¡fue un regalo! ¡Grandísimo TONTO! — Ya está, emergió lo peor de ella. Inhaló lo más que pudo y se sentó frente a él. Si lo examinaba a detalle, encontraba bastantes peculiaridades que compartían; una espada, el atuendo, las expresiones coléricas. ¿Quién diablos era ese híbrido?
— ¿Cuál es tu nombre? ¿Qué sabes de esa tal Kagome? — Se aventuró a interrogar. Lo vio como un intercambio de datos, nada más.
— ¡TÚ! ¡Tú eres el que está gritando! ¡Y no me llames “niña tonta”! ¡Tonto híbrido! — Gruñó notoriamente. ¿Qué efecto tenía ese muchacho que lograba sacarla de sus casillas? Por lo regular, Moroha iba por la vida sonriendo; quizás el mal temperamento del hanyō era contagioso.
— Ya te lo he dicho. El moño y la mochila fueron un regalo... de mi familia. — Tensó el ceño unos segundos. ¿Estaba bien llamar a esas personas de tal modo? No trató con ellos más allá de unos días; sobre el moño, decidió adherirlo a las mentiras recién orquestadas.
— ¿Qué tiene de especial esa mochila? Ya te dije que no permitiré que la robes. No la he robado, ¡fue un regalo! ¡Grandísimo TONTO! — Ya está, emergió lo peor de ella. Inhaló lo más que pudo y se sentó frente a él. Si lo examinaba a detalle, encontraba bastantes peculiaridades que compartían; una espada, el atuendo, las expresiones coléricas. ¿Quién diablos era ese híbrido?
— ¿Cuál es tu nombre? ¿Qué sabes de esa tal Kagome? — Se aventuró a interrogar. Lo vio como un intercambio de datos, nada más.