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User1576008 · 26-30, M
"El dolor de nuestras vidas", "Una invitación para seguir con nuestras vidas", cuánto dolor le ocasionó esa última frase. Inclinó el cuerpo hacia el frente para apoyar la frente contra su rodilla y sus brazos rodearon su pierna mientras sollozaba. Después de sentir que perdió a Kagome, también sentía que había perdido la vergüenza de llorar (por lo menos frente al monje). Necesitaba unos minutos así para meditar.
Algo de cruel franqueza hubo en las palabras que quedaron resonando en su cabeza, pero quizás tenía razón. Pero la única verdad era que el semi-demonio no se iba a resignar.
Tras meditarlo un rato en el que agradeció el silencio de su compañero, levantó la cabeza. Limpió sus mejillas son su manga ya lo suficientemente mojada y volteó a ver al monje. Por primera vez en mucho tiempo esbozó una sonrisa, débil pero genuina. Estiró una mano hacia el hombro de su amigo y asintió.
Algo de cruel franqueza hubo en las palabras que quedaron resonando en su cabeza, pero quizás tenía razón. Pero la única verdad era que el semi-demonio no se iba a resignar.
Tras meditarlo un rato en el que agradeció el silencio de su compañero, levantó la cabeza. Limpió sus mejillas son su manga ya lo suficientemente mojada y volteó a ver al monje. Por primera vez en mucho tiempo esbozó una sonrisa, débil pero genuina. Estiró una mano hacia el hombro de su amigo y asintió.
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