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Podía percibir la tensión que flotaba en el ambiente tan intensamente como podría haber percibido la presencia de un fragmento de la perla. No tenía que oírlos ni ser partícipe directa para comprender que algo no iba del todo bien.

Bajó la mirada hacia el pequeño zorrito que reposaba cerca de ella y acarició su cabeza con el cuidado maternal que la caracterizaba, intentando hacer a un lado sus preocupaciones internas: ¿Qué estaba ocurriendo? Deseaba saberlo, pero no deseaba ser intrusiva...

Había permanecido en su sitio con la resolución de mantenerse al margen, sin embargo, aquello último que salió de boca de InuYasha consiguió alertarla, haciéndole levantar la mirada en su dirección.

¿Saldrás? ¿Tú sólo? —la preocupación en su voz era latente.
User1576008 · 26-30, M
Vaya mierda, ¿no? —gruñó con amargura. Su ceño se mantenía fruncido y sus espesas cejas más pronunciadas aún al observar a la sacerdotisa jugando con el demonio más pequeño.

Quizá fue su imaginación, pero captó a la exterminadora mirarle de soslayo y notó cómo la seriedad también se apoderaba de la castaña. Era como si ahora los tres estuvieran al tanto y guardaban silencio para no alarmar a la estudiante, aunque eventualmente se daría cuenta cuando sus orejas caninas fueran reemplazadas por unas humanas, y sus hebras plateadas se oscurecieran.

Suspiró como si el monje le hubiera contagiado. Sus ojos dorados se cerraron un momento, lo cual le daba una expresión más parsimoniosa, especialmente cuando asintió a sus palabras. Después de todo, sí era lo más inteligente y debía intentar confiar más. Aunque nada lo dejaría estar tranquilo durante esa noche, ni podría bajar la guardia.

De cualquier manera, prefiero quedarme afuera a vigilar.
Olvidó por completo ese hecho, su gesto se tornó serio y frunció en brevedad las cejas —... Había olvidado eso...—

Suspiró, cerró los párpados y abrió los ojos para regresarle la mirada a su compañero — Me haré cargo, lo mejor es permanecer aquí refugiados— Aseguró, era una idea inteligente.
User1576008 · 26-30, M
¡Ni siquiera iba a hacerlo, Kagome! —sólo tuvo que esperar cualquier oportunidad en que la susodicha se distrajera para jurársela al pequeño yōkai. Después fue a echarse cerca del monje—. Más vale que no ocurra nada hoy —comentó hacia su compañero, discretamente—. Esta será noche de Luna Nueva —murmuró para el monje, haciendo su voz tan baja que casi fueron indescifrables sus palabras. De reojo observaba a la uniformada interactuar con el pequeño, esperando que aquella fuera una noche tranquila, ya que estaría indefenso en su forma humana.

Odiaba sentirse indefenso e incapaz de proteger a sus amigos durante esas largas noches.
— Tranquilos, tranquilos... Es momento de disfrutar. No podemos volvernos los monstruos—
¡No empieces, InuYasha! —como eterna defensora del zorrito, naturalmente fue ella la primera en ponerlo bajo su amparo.
User1576008 · 26-30, M
Sólo pensar en esa posibilidad le hizo estremecer de pies a cabeza.

Me desquitaré con el enano si eso pasa —advirtió fastidiado, lanzándole al pequeño yōkai una mirada asesina que sólo acentuaba más su amenaza con un puño elevado.
No es que fuera supersticiosa ni nada semejante, pero...
¡No lo repitan mucho! O llamarán a la desgracia —respiró lo suficiente en ese mundo como para saber que esas cosas solo pasan.
User1576025 · 22-25, M
—Ojalá no lo arruinen esos demonios malvados.
— ¡Al fin un día tranquilo entre compañeros!—

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