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—El amor es irrelevante para la gente como nosotros, pero te prometo que palidecerá ante todo el poder que ganemos con nuestra unión.
 
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EmmaVanity · F
—Por supuesto, continuar la línea de descendencia es primordial, todo esto...—Sus mirada se paseó desde los ojos del contrario hasta el contacto entre sus brazos—...se trata de perpetuar un legado.— Dudaba que algo de esto sonara nuevo para él y las consecuencias que traería que ambos, últimos de su estirpe, no procrearan: el final de sus apellidos. Otra familia mágica perdida en el tiempo.

—Si me permites...Regulus. ¿Qué es lo que no quieres repetir? Es más sencillo comenzar por allí.—

Le pareció lo más adecuado conducir su caminata hacia un lugar que significara algo para ella, su locación favorita para ser exactos, cercano al cuerpo de agua que pasaba por su propiedad y no muy lejos de donde estaban caminando. Así que marcó su voluntad atrayendo levemente el peso de Reg para indicarle el camino y dedicarle una sonrisa esperando que no presentara resistencia.
EmmaVanity · F
El silencio que siguió a la pequeña sonrisa de Black, fue una caricia tan tibia como el Sol que se negaba a abandonarlos en el atardecer. En el instante que Emma se giró hacía el lugar al que debían volver y el anillo ahora en su dedo anular, resplandeció al alzar su mano para bloquear la claridad y así reajustar sus ojos a la luz. Contempló las cercanías de lo que alguna vez pensó que sería su hogar para toda la vida. Los árboles cuyos troncos sus dedos conocían de memoria, el sonido de los pájaros acompañando su solitaria infancia y las hojas prófugas que solían danzar con ella, ahora solo caían como piezas en su sitio quedando en el olvido.

La voz del contrario que se había desdibujado con la brisa, ahora volvía a traerla al presente, a un nuevo presente que debería compartir y definiría el futuro de ambos. Aceptó enseguida su propuesta entrelazando sus brazos, relajada de que ya habían atravesado el gran evento del día y asintió en concordancia con sus palabras.
—Vamos a caminar un rato más, que sea nuestra última acción rebelde. Además, quiero hablarte de varias cosas que no están implícitas en esta unión según mis padres —se puso de pie y le ofreció el brazo a la fémina, esperando que lo tomase para empezar a andar. —Por ejemplo... Es necesario hablar de lo que implicará esto. Se espera que tengamos hijos y continuemos el linaje... Pero he visto a mi padre muy ocupado en otros asuntos que no quisiera repetir.
Emma le robó el aliento con esa afirmativa que, pese a que era esperada, le terminó de recordar que era oficial. Estaban comprometidos y estarían juntos hasta el final de sus días; el amor en ese tipo de familias era el único lujo que no se podían dar. Permitió que la delicada mano femenina apartara el mechón de pelo de su vista, siendo ese el primer momento en el que el tacto de ella ya no era el de la jefa del equipo de quidditch sino el de la mujer que desposaría, sin embargo, no pudo evitar recordar a su hermano mayor al revolverle los rulos en épocas mejores, donde ambos no tenían que preocuparse por el futuro. Lo tomó como una señal inequívoca de lo obvio: la infancia ya había terminado.

—Ya me enorgullezco, Emma. —miró hacia arriba para sonreírle apenas y deslizó el anillo por el dedo anular que yacía esperando frente a él. Estaba hecho, ahora tenían que volver para que todos los aclamaran como las piezas de ajedrez que eran, pero a Regulus otra idea le cruzó por la cabeza.
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—Sí...será un placer. —Esa fue su respuesta a la pregunta que había causado turbulencias y alegrías a lo largo de la historia, con el tono más solemne y seguro que le pareció correcto emplear. Comenzó a posicionar su mano al alcance de Regulus para que este continuara con la propuesta, pero a mitad de camino la desvió para acomodarle con delicadeza un rulo rebelde que el viento había acomodado en los ojos de Black. En ninguna otra situación se habría permitido realizar tal acción, pero tal vez era un primer paso hacia la intimidad que se supone construirían en un futuro. Una vez resuelta la tarea, la mano volvió donde debería estar.

—Mi destino ahora está a tu lado y haré todo lo posible para enorgullecerte de nuestra unión.—Prometió, porque parecía el momento adecuado para hacer promesas y dar su palabra sobre cuestiones que realmente harían la diferencia para ambos.
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Los lujos y la opulencia era moneda corriente en su día a día, pero aquel anillo le quitó el aliento y por un momento le costó hacerse la idea de que ahora le pertenecería. Un recordatorio de que su futuro pendía de sus manos y se encontraba enlazado, como la plata con la esmeralda. Reforzando su significado con los colores de su casa, relacionándolo con la familia, la tradición y la pureza. Era arrebatador cuanta era la carga que caía sobre algo relativamente pequeño en escala.

La situación comenzaba a tornarse irreal, ese momento significaba un punto de giro en su vida, la de Regulus y la de ambas familias. Intentó que el peso de la situación, que comenzaba expandirse en su pecho, no se hiciese visible en su rostro y centró toda su atención en las palabras que el joven estaba pronunciando. Logrando así que se relajara un poco y fuese imposible prestar atención a los sonidos de los alrededores.
—ya había prometido algo similar hacía unos minutos atrás, pero no era oficial si no lo hacía de ese modo.

Un pequeño grito ahogado se escuchó en la lejanía, confirmando lo que Regulus ya sabía: estaban siendo espiados. Se remojó los labios, ignorando por completo tal hecho en aras de hacer sentir a Emma cómoda. ¿Qué le diría su hermano de eso si estuviese ahí? Tal vez el prometido de Emma habría terminado por ser Sirius y no Regulus.
Sonrió al tiempo que negó con la cabeza por la ocurrencia que ella había dicho y, por suerte, esa sencilla broma logró arrancarle el poco nerviosismo que crecía en él; pese a que Regulus no estaba enamorado de Emma, una propuesta de matrimonio siempre era algo impactante, pues habría de cambiar ambas vidas para siempre. Se puso de rodillas sobre el verde pasto y estiró hacia ella su brazo derecho, ayudándose con la otra mano para poder abrir la caja y liberar esa esmeralda verde y enorme que se escondía bajo la tapa, la joya era maravillosa y los detalles plateados en el anillo lo eran más; ese anillo representaba unión y fuerza, pero no amor. No había lugar para el amor entre las familias de sangre pura.

—Vanity... Emma —se corrigió, sabiendo que tarde que temprano tendría que referirse a ella más por su nombre que por su apellido —, ¿me harías el honor de casarte conmigo? Prometo cuidar de ti y de nuestra sociedad como si del tesoro más preciado se tratase
EmmaVanity · F
—Entonces no me das una razón...—Quizo sonar dura pero estaba un poco conmovida por el gesto; él no tenía que hacerlo y ella con mucho menos se habría conformado pero igual se molestó en seguir el arquetipo de propuesta. ¿Regulus la apoyaría en su loco sueño de ser jugadora profesional? ¿Su familia siquiera lo consideraría? Emma no solía demostrar lo preocupada que se encontraba respecto a aquello y no lo sacó a relucir por temor a una negativa, ya que no contaba ni con el respaldo de sus propios padres en el tema. ¿Qué pensaba el joven sobre el futuro? ¿Tendría algún plan en el cual terminaría incluida? Tal vez sí tenían mucho de que hablar, pero ese no era el momento. Apartó el mar de dudas e intentó concentrarse en la certeza de que todo valdría la pena, mientras una de sus cejas se alzaba levemente observando con expectativa los siguientes pasos de Black. —...y espero que no te ilusiones con un trato especial en el entrenamiento.
EmmaVanity · F
"...y cuando la familia se recupere de los tumultos internos, quizá celebremos el compromiso." Finalizó el patriarca Vanity en la espera de alguna reacción de su hija, quien no hizo más que suspirar aliviada. Casamiento, para Emma un evento más que iba a tener que atravesar inevitablemente cuando creciera, el cual vendría junto al paquete de la independencia. De todos los posibles candidatos, a sus ojos habían elegido al mejor. No porque sintiera mariposas a mirar al joven Black ni ninguna de esas tonterías, sino porque lo apreciaba como compañero y lo consideraba un igual, alguien con quien sentiría orgullo de estar unida. Y haría lo que estuviese a su alcance para generar el mismo sentimiento en él.

Divisó la caja con suma curiosidad luego de que quedara a la vista y sus ojos se abrieron de forma exagerada simulando estar indignada ante lo que el contrario planteaba. ¿Ella golpearlo? ¡Fue sólo una vez!

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