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Lod1572484 · 31-35, F
Se acurrucaba en brazos ajenos, no conocía mejor lugar para estar que no fuera ese. A pesar de que su cuerpo estuviera anatómicamente creado para disfrutar el océano, la incomodidad de la superficie era sobrepasada por el cariño que tenía hacía el.
No conozco otra cosa que pueda desear.
No conocía el valor del dinero, mucho menos le encontraba placer a tener cosas lujosas, para ella las joyas eran conchas de colores únicos o perlitas que pudiera encontrar por ahí, así que en parte no compartía los deseos del hombre, pero los respetaría e incluso le ayudaría a conseguirlos.
¿No deberíamos temer de eso? ¿Un final?
Había surcado quien sabe cuántos mares, sabía que habían agujeros enormes y oscuros los cuales parecían portales a otros mundos pero dudaba que eso fuera un fin; de hecho, dudaba incluso que hubiera un fin y la sola idea le aterraba. Se regocijó un poco más en los brazos ajenos dejando que su rostro en un leve gesto de molestia reflejara su temor.
Rada vez los
No conozco otra cosa que pueda desear.
No conocía el valor del dinero, mucho menos le encontraba placer a tener cosas lujosas, para ella las joyas eran conchas de colores únicos o perlitas que pudiera encontrar por ahí, así que en parte no compartía los deseos del hombre, pero los respetaría e incluso le ayudaría a conseguirlos.
¿No deberíamos temer de eso? ¿Un final?
Había surcado quien sabe cuántos mares, sabía que habían agujeros enormes y oscuros los cuales parecían portales a otros mundos pero dudaba que eso fuera un fin; de hecho, dudaba incluso que hubiera un fin y la sola idea le aterraba. Se regocijó un poco más en los brazos ajenos dejando que su rostro en un leve gesto de molestia reflejara su temor.
Rada vez los
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