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Los vientos del este les golpeaban la cara, cualquiera sabría que en el Atlántico iba a haber un nuevo huracán destrozando navíos, “The Harbinger” no iba a ser la excepción, si caía en manos del mar y la lluvia los haría pedazos sin dudas. En cambio, de anclarse en algún puerto seguro serían capaces de sobrevivir.

Los primeros vestigios de lluvia les habían caído, apenas unas gotas frías que a más de uno le servían de ducha. Lo difícil era que no estaban cerca de un puerto seguro y a lo mucho que podrían avanzar era a “Farnes” una cantidad de islas que a veces se reducía por el alto de la
 
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User1572473 · 31-35, M
– Pero el mar se calmó, Hawk. – la cabeza empezó a matarlo, estaba preocupado y asustado. Salieron de la zona de Farnes como si el barco fuese el más rápido de los siete mares, era veloz pero aquello era una ridiculez. Las nubes viajaban contra ellos, apenas una llovizna y nada, parecía que el infierno se iba a desatar sobre las islas.

Parecía de cuento, Robert observó a los que rodeaban el área, parecía que salir de Farnes y sus mil islas era la salvación. "The Harbinger" no se iba a romper en mil pedazos y entonces no sería su culpa. El alivio no llegó, pero si se sentía menos presionado. Los gritos de Ritch eran los que más le presionaban. Robert era su segundo al mando y también un idiota de gran corazón, el mismo lo sabía, tenía debilidad por las criaturas débiles o en peligro, en realidad por las personas, pero la sirena era una mezcla de ambos.

Quiso recargarse en algo mientras el mar se calmaba, lo que una vez quiso tragarselos parecía que no haría nada más que ayudarles
 
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