—Ohh, bien. -Determinó su respuesta dando un gran bocado al cereal con leche que degusta, guardando silencio por algunos momentos y luego miró al azabache de reojo.-
— Papá... Cereal... ¿No quieres un poco? -Le invitó de aquel alimento.-

— ¡Exactamente hija! De ahí es donde provengo y hace años que no vuelvo a mí tierra natal. Y obviamente queda más lejos de la escuela y hospital. — Todo estaba tan calmado a pesar de la presencia de la mujer cuál parecía tener intenciones y tratar de temas financieros.

L : —Vaya, con que ella es tu pequeña hija. Recuerda que aún tenemos el trato fijo de la caza de aquél sujeto. — Así como comentó la mujer, se levantó y se retiro de la casa.

Santiago simplemente hizo notar un rostro de suma molestia pero dejo escapar un suspiro. — No te preocupes hija, podemos ir allá en éstos días sí deseas.

- Buenos... Aires... Argentina... -Quedó pensativa, tomando asiento frente a la mesa y comenzando a desayunar.- -¿Es lejos? ¿Más le-j-jos q-que el ho-os-pit-tal o l-la... Es-cue-la? -Le preguntó mientras tomaba la cuchara y abarcando todo el cubierto con su pequeña mano.- -S-si, v-vam-mos. -Mencionó apresurada y deseosa de vivir aventuras en tierras lejanas, desconocidas, y probablemente, mágicas, como suele suceder en los cuentos, películas o series televisivas que suelen ser erróneas a la realidad.-

-Por otra parte, la mirada de aquella mujer continuó puesta en la chiquilla, quién instantáneamente sintió esa frialdad y maldad, más no comprendía sus verdaderas intenciones.-

— Supongamos...Que si, ella y yo nos conocemos desde que teníamos tu edad y hacíamos gran equipo. — Se levantó de su asiento, la mujer permanecía seria y mirando detenidamente a la niña. Santiago se dirigió a la mesada, abrió una de las puertas de esta y de ahí saco una caja de cereal. Se dirigió luego a la nevera dónde allí saco la leche y la fruta y en un tazón virtió un poco de cada elemento para luego revolver con la cuchara. Luego de esto se dirigió a la mesa, se sentó y entregó el plato a su pequeña. — Esta mujer se llama Lucía y es proveniente de Buenos Aires, Argentina al igual que yo. Algún día te llevaré a ése país. — Dejo escapar un leve suspiro, le molestaba la presencia de aquella mujer.

- ¿También E-es... Doc-t-tor-ra? -Le preguntó bastante curiosa y asintiendo a su padre.- -C-cer-rea-al...y.. l-e-ch-he... f-ru-ta... -Comentó con ese distintivo problema en su habla aunque poco a poco iba trabajando en ello con la ayuda de su padre, quién siendo muy paciente y amoroso, podía hablar acorde ella es capaz de hacerlo.-
-El-la.. ¿Cee-re-eal, t-ta-tamb-bién? -Mencionó señalando a la mujer que tenía esa severa expresión y claramente había roces entre ambos adultos, pero es claro que Sapphire le estaba invitando con aquellos buenos modales.-

Dió un pequeño sorbo a su café y así mismo esperaba a la llegada de su hija. Ya no la veía con aquellas prendas descuidadas sino con la pijama que le regalo hace meses. Sonreía en ése entonces pero también en su propia mirada podía notarse un instinto de enojo con la presencia de la mujer. — Ven, hija, te presentaré a mí jefa. Ella me ayuda a veces en los hospitales...¿Deseas desayunar, mí pequeña? — Había hecho una ligera pausa. El ambiente no se tornaba bueno cuando se trataba de la presencia de esa mujer.

-Cuando caminó hacia su padre, apenas notó que ya no traía puesto el uniforme descuidado que siempre llevaba consigo, sino ahora es una pequeña pijama con el estampado de un oso con gorro para dormir recostado sobre una nube. En cautela se aproximó, viendo a la mujer que estaba acompañándolos en esa fría y tranquila mañana.- -¿Si, papá? -Dijo con ese pequeño y dulce tono en su voz.-

Todo aquel tiempo transcurrido sirvió para apegarse más a su pequeña dónde el cariño y aprecio aumentaba mutuamente a tal punto de sentir ser sobreprotector. Ya a partir de las 9:30 a.m había llegado una mujer a su establecimiento cuál vestía elegante y comenzaron a hablar sobre negocios recurrentes a su trabajo. — ¡No puede ser! ¿Como es eso posible? — Algo andaba mal últimamente y las transacciones decaen. Sintio la presencia de su pequeña lo cuál lo hizo voltear y observarla. — Hija, ya has despertado, ven aquí. — Hizo una seña con su mano indicando que se acercase.

-Al paso del tiempo, Sapphire se iba moviendo poco a poco, aferrándose a su padre, incluso sin despertarse hasta que nuevamente amaneció pero ella continuó sumida en el sueño, mismo que resulta ser reparador en la totalidad de aquel problema en su organismo.- -.... -Al punto de las 10:00 am, abriría sus ojos poco a poco, pero ésta vez, no vió a su padre junto a ella, estaba sola en aquella enorme cama y cubierta por las mantas.- - ¿Ppa-pá? -Volteó a ver a su alrededor, nuevamente escuchó voces que provienen de la sala, y con cautela, salió de la habitación para saber de quién se trataba. La primera voz la reconoció al instante, pero la segunda ¿quién será?. Salió de la habitación y se asomó desde la puerta que daba al pasillo, escuchando más cerca ambas voces que completan una conversación.-

Dejo escapar un suspiro aliviado por la situación dada. La preocupación disminuyó y al parecer la sangre ya había parado así que se dedico a tomar un pañuelo y limpiar los restos que habían quedado de está misma. —... — En silencio y al escuchar descansar a su hija, le dejo un pequeño beso en la sien y se recostó al lado de ella arropándola entre sus brazos.