Cuando sus labios se separaron, infló el pecho y con ilusión exhaló un profundo suspiro. Era inevitable que su atención se desviara un momento hacia la audiencia, que parecía no estar pasando por alto esa particular escena. Pero les tuvo que restar importancia, y más cuando era él a quien tenía tan cerca. Con aparente timidez, su mirada tanteó la ajena y después sus labios, y aunque el deseo de volver a besarlos se reavivó, pudo contenerse el tiempo suficiente para susurrarle de nueva cuenta.
— ¿Listo para el segundo acto? —sus labios casi rozaban los de él en cada palabra, retomando esa sonrisa juguetona, pícara, mientras sus brazos se alzaban lentamente para rodearlo por el cuello.
—Lo habrías logrado, de haberte decidido. El talento es tuyo—susurró de vuelta, él también estaba de pie para ese momento, intercambiando miradas con la bailarina, que por lo menos de su parte resultaban abiertamente sugerentes, incluso incitantes, pero nunca imaginó que ese jugueteo ladino se consumaría en un beso en pleno escenario. Su gesto pasó por varías expresiones en cuestión de un segundo, transformando su sorpresa inicial en un delirio cínico, unísono a ello correspondió su beso, tomándole de las mejillas y restregando sus labios sobre los de ella en un contratiempo perfecto, y de una manera lo suficientemente profunda como para entremezclar sus alientos —Mh-hm~—
Su sonrisa era modesta, incluso algo tímida a pesar de la fama que ya llevaba consigo. Pero en el momento que su mano fue tomada Viego, su mueca se acentuó, destilando una jovialidad que sólo se despertaba en ella cuando subía a los escenarios. Con un sutil rubor entre las mejillas, miró un segundo al público y después al culpable en cuestión. Fue su mismo actuar lo que la animó a levantarse de su banco y acercársele sin vergüenza alguna. A pesar que había entedido sus palabras, si quería decirle algo, lo haría directamente. Colocó una mano sobre su hombro, mientras la otra se encargó de acomodar un mechón de su cabello detrás de su oreja.
— Y yo no lo habría logrado sin ti —susurró a su oído tras una sutil carcajada—. Gracias por todo —se apartó apenas unos centímetros de él, como si batallara consigo misma para guardar su distancia. Pero no lo logró, porque a ese pequeño gesto lo acompañó un beso que depositó en la comisura de sus labios.
Cuando se ponía a tocar, la música lo absorbía, y sus dedos parecían moverse solos por los trastes de la guitarra. Su pasión tardó en disiparse, no concluyó hasta que se apagó totalmente el ultimo acordé, y para cuando volvió de su propio sortilegio musical, ya estaba en medio de aplausos y ovaciones, sonriendo y encarando al público con un gesto encantador y altivo —Gracias—susurró en el micrófono, colocando la guitarra en el tripee a lado de su asiento. Pero incluso él, en su infinita autovanidad, sabía que la noche, que la presentación no era suya, él solo estuvo ahí para los coros y para tocar su instrumento. Estiró su maliciosa mano de diablo para tomar la zurda de Kai'Sa y besó su dorso con la usanza teatral de un poeta. Aquí, en ese momento, la estrella principal era ella.
—Lo hiciste excelente—eso no se escuchó en el micrófono, y de hecho su voz se ahogó en el frenetismo de la gente gritando y aplaudiendo, pero estaba seguro que podía leerle los labios.
— We go hard 'til we get it, get it We go hard, we so in it, in it We pop stars, only winning, winning now Ain't nobody bringing us down, down, down, down
Ni bien la música cesó, lo primero que hizo fue girarse hacia Viego. Y con el público aplaudiendo, fue ella quien lo ovacionó con más esmero por su performance.
