Esperaba sentado en el sofá mientras la mujer recién llegada se encontraba dentro del cuarto de baño. Era raro que alguien llegase a la mansión Sakamaki y más de una manera tan extraña. Escuchó entonces la puerta abrirse y vio a la mujer ahora limpia pasar por ella a la recámara alfombrada. Se levantó del asiento y caminó en su dirección, terminando por detenerse cerca y de frente. Las palabras de la mujer salieron tímidas y agradecidas, pero lo que llamó su atención fue un aroma diferente, algo que hacía mucho tiempo no entraba por sus fosas nasales. Tomó entonces la mano derecha de la mujer y la elevó hasta la altura de su rostro, ella únicamente pudiendo ver las acciones que el pelirrojo realizaba sin su consentimiento. El chico miró un punto rojo en el índice femenino y acto seguido introdujo ese mismo dedo dentro de su boca succionando y pasando lentamente su lengua sobre la superficie de la piel, mientras cerraba sus ojos disfrutando ese pequeño momento.
─ Hacía mucho tiempo que no probaba algo tan dulce... ─ Exclamó habiendo sacado la falange de su boca, y lentamente abrió sus párpados mirando serio a la mujer que parecía aún más cohibida.