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Yᴏᴜ ᴅᴏɴ'ᴛ ᴄᴀʀᴇ, ʙɪᴛᴄʜ.
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JB1535635 · F
Frunció el ceño. Ella podía ser de todo, menos un vejestorio. — No hay forma que me compares con una reliquia si es que tengo un botón de reinicio y siempre regreso con una nueva identidad. — Haciendo alarde de esto la muchacha extendió las palmas hacia su rostro y las agitó sobre este, como dando muestra que ya no era el hermano pecador de Abel, ni tampoco esa japonesa en los campos de concentración, muchísimo menos la princesa LaLaurie. Ahora era Jenna Bane. Su nueva identidad. Su nueva reencarnación. Quizás debería haber tomado un tono más dramático al implicar que ella era una reencarnada, quizás debería haber empezado su relato con la verdadera identidad de Caín y Abel. Quizás. Quizás. Quizás. Pero ella había crecido con esa historia, se la habían repetido tantas veces como si se tratara de una ben(mal)dición, al punto de que si volvía a escuchar ese tonto relato, se lanzaría sobre el río sin dudarlo. Así que se encogió de hombros e improvisó:

Pertenezco, en contra de mi voluntad, a una asociación que reúne a más personas como yo. Básicamente se supone que soy una clase de pieza clave en este lugar, así que siempre me tienen bajo el radar. — Dejó que su propio peso cayera sobre uno de los pilares mientras soltaba un bufido. — Y desde el momento que aprendí como usar esto —levantó el dije en forma de rosa que descansaba sobre su pecho—, pues no he perdido oportunidad alguna en hacerles pasar un mal rato mientras que me buscan de nuevo. — Y la verdad era que Jenna no necesitaba todo ese fajo de billetes, si tan solo fuera a pedirle algo a Zhar Lou este se lo entregaría siempre y cuando ella tuviera que ofrecer otro pequeño pedazo de la poca humanidad que le quedaba. Decidió reemplazar la molestia que comenzaba a inundarla con una ceja enarcada y una media sonrisa, su mejor arma contra el universo: el humor. — Además, soy desde turista perdida, pasando por comentarista en museos hasta enemiga de un yakuza. Puedes añadir eso a lo apostadora y vividora.

Jenna ladeó el rostro para observar a Sokar y lo señaló con el índice. — Al inicio creí que eras otro reencarnado, perdido en un bar de mala muerte. Estaba lista para salir corriendo de ese lugar, pero... — La muchacha se alzó una de las mangas de su camisa revelando una marca sobre su piel, una que, sin importar cuantas veces reencarnara, la acompañaría como su constante recordatorio de lo que ella era realmente. — Nosotros tenemos la marca de Caín o la de Abel. Y esta básicamente te dice si tienes a otro pecador cerca. — Dejó su marca al aire por unos instantes más antes de volver a esconderla bajo su camisa. — Pero dado que no funciona para detectar ángeles caídos, presentaré una queja en recursos humanos de la asociación.
 
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