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‹ . . 𝓓𝓸𝓼 𝓭𝓪𝓶𝓪𝓼 𝔂 𝓾𝓷𝓪 𝓷𝓸𝓬𝓱𝓮. ›
— Cariño, te ves bien. — Una de las tantas frases que utilizaba la rusa en citas tan sofisticada. ¿Qué tocaba? Un funcionario no tan público pero respetado entre sus pares aunque desde un punto muy lógico tiene un gusto explícito porque el vestido que debía usar enseñaba mucha curva y escote; casi el centro de atención , no se esperaba más de un hombre como este. Sentada al lado del mayor, se tomaba su tiempo en observar su móvil porque hoy iba debutar una compañera suya y necesitaba saber si estaba en la fiesta. [. .]
 
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Us1577694 · 26-30, F
Los nervios le brotaban y peor cuando tiene a ese hombre a su lado reclamándole atención de una manera tan nefasta y básica. Suspiró sin demostrar el fastidio que le da que la toque sin su consentimiento y menos sabiendo que lo hace para hacerse ver frente a sus amigos. Carraspeó y siseo casi arrastrando su lengua de manera sensual. — Hmm.. Yo digo que una mujer no es débil sino depende de su compañero, es decir, si estás con un cobarde siempre sentirás miedo. ¿No, cariño? — Interrogó apoyando una de las manos sobre una de las piernas masculinas para ejercer presión con sus finas uñas; si única solución para que le deje el trasero en paz, suficiente soporta que uno de sus "amigos" este al pendiente de su busto por sí se escapa un seno. Libre de todo agarre indecoroso, vuelve la vista a su móvil visualizando que en la pantalla había un mensaje de su nena pero termina llevándose una grata sorpresa. — Ha llegado el hombre del año. — Alzó la mirada para ver de quien se trataba [..]
 
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