⊱ Ú𝐥𝐭𝐢𝐦𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐚𝐯𝐞𝐫𝐚. Detesta dejar todo a último momento pero sigue haciéndolo, ahora una tonelada de trabajo la consume y lo peor es que debió ir a una biblioteca de la zona residencial donde vive para utilizar la computadora de allí ya que la propia dejo de funcionar ; quizás no la actualizó, Ursula es un poco bastante ignorante de ese tema. ¿Qué hacía? Necesitaba imprimir un permiso para irse de viaje hacia el oriente pero como es un sitio un tanto viejo, tardaría. — Hmm. — Aburrida, empinó el codo sobre el añejo escritorio donde estaba observando de reojo el [..]
— ¿Linda, me haces un favor? — La fémina asiente con la cabeza sin dudar. — ¿Puedes llevarle está guía al muchacho de allá? Quizás, pueda encontrar lo que necesita. — Nuevamente asiente con una cortes sonrisa en sus labios cogiendo esos papeles de guía y se dirige donde está el masculino. Sentía un poco de nervios porque no sabría cómo presentarse o como hablarle, supone que deberá improvisar. Llegando, se coloca a un lado del varón y extendió su diestra para usar el dedo índice de tal mano para picar suavemente el hombro contrario. — Disculpa, la señora de la biblioteca me ha encargado esto. Ella dice que te ayudará. — Su voz fue cálida y suave para no elevar el volumen de su voz.
¿Por qué no charlar con esos adolescentes? Sería fácil si no tuvieran ganas hormonas revolucionadas, aparte, no anda con mucho ánimo de soportar a niños con hambre. — ¿Cariño? Esto tardará un poco más de lo previsto. — Una mujer ya grande y de canas hermosas, le comento aquello apenada por lo sucedido. — Oh,por favor, no se disculpe. Tengo mucho tiempo. — La rusa estiró ambas manos a las de la mujer mayor pasa ejercer un suave apretón de consuelo entre que sonríe de manera amplia y brindándole la comodidad que necesita. No obstante, la anciana se fue a su puesto y de pronto se escucha las campanillas de la puerta principal, despertando en la castaña su curiosidad. — ¿Hmm? — Pronto sus ojos azules se encontraron con otros y a un hombre de aspecto curioso. ¿Por qué curioso? Se nota a leguas un ligero pesar o tal vez, era un delirio de ella.
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[..] Así que terminando de familiarizarse con su alrededor se dirigió hacía el fondo que era donde estaban los estantes de libros. Probablemente tendría suerte y encontraría lo que buscaba. Los ojos azules del castaño escaneaban diferentes títulos en busca de los que le habían recomendando, incluso pasaba el dedo las diferentes obras de distintos autores.
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Una de las cosas que más se le dificultaba era mantenerse ocupado debido a que estaba en excidencia, aún teniendo toda una rutina ideada, pero ahora que no podía hacer su trabajo, faltaba una pieza. Era una medida a medias. Se encontraba de camino a una biblioteca en busca de unos libros que sus compañeros de trabajo le habían recomendado y no iba precisamente a la que quedaba más cerca, no, pues necesitaba el aire fresco.
Llegaría a una librería esquinada que nunca había visto antes, seguramente porque siempre estaba trabajando. El masculino abre la puerta para entrar y el sonido de unas campanas anunciarían su llegada; estando dentro estudia el lugar con la mirada, percatándose de que no estaba del todo vacío. Unos adolescentes usaban la computadora para estudiar, cerca de la entrada estaba una chica apoyada sobre un escritorio y a juzgar por su lenguaje corporal estaba ansiosa pero Charles no había venido a socializar, al menos no originalmente. [..]
