— Это слишком. — Murmuro para si ya cansada de esperar hasta le parecía un insulto que no se presente, una perdida de tiempo y dinero porque podría estar con otro cliente. Suspiro con pesadez ya resignándose a que el tipo no vendrá. — ¿Me das una bebida sin alcohol, por favor? — En un tono alto y coqueto se dirigió al barman cual le sonrió asistiendo para ir a preparar su trago. Extrajo otra vez el aparato tecnológico donde sin desbloquear la pantalla verifica si hay mensajes pero esta todo nulo. — Hmm. — Hizo un notorio revoleo de ojos , sin embargo, esa voz masculina la tomo se sorpresa casi saltando en la banqueta y viró su vista hacia la dirección del varón. — Te tardas, estoy con está vestimenta que has exigido rodeada de hombre con una alta taza de testosterona.. ¿Y aún así debo agasajarte? Que bromista. — El barman le entrega su coctel de frutas dejándolo sobre la barra.

[ … ] Con andar lento y paulatino, se aproximó entonces, pasando por detrás, y tomo asiento a un costado sin decir nada, apoyando los antebrazos sobre la barra. — Creí que me recibirías con una cerveza o un trago. Vaya servicio. — Rompió el silencio sin siquiera voltear a verla. Era una evidente broma, a pesar de la arrogancia, lo cual se evidenció con la maliciosa sonrisa que le dedico al voltear a verla unos momentos después.

Se guardó el móvil en uno de los bolsillos de la gabardina, resoplando con cierto cinismo mientras una divertida sonrisa se esbozaba con discreción en sus labios. La puntualidad nunca había sido su fuerte y la verdad era que, como casi todo en la vida, no le preocupaba en lo más mínimo. Siguió su andar por la bulliciosa calle, abriéndose paso entre grupos de borrachos y oficinistas que ya no podían con sus almas. Giró a su derecha súbitamente y desapareció al descender por un corto tramo de escaleras que le condujeron a la entrada del bar, escondida tras un largo pasillo iluminado en una cálida luz roja. Se quedó en el umbral unos instantes, registrando el lugar con la mirada, notando enseguida a la mujer en la barra del lugar; era imposible de pasar por alto con ese atuendo.

[..]
Finalmente, llega a la barra y en eso vibra su móvil dentro de su pequeña cartera, extrae el aparato llevándose una no grata sorpresa. — « Tardaré en llegar. » — Refunfuña guardando el teléfono celular pero ni modo, queda esperar al cliente.