- Aún eres muy joven, pero descuida sabrás toda la verdad y responderé tus dudas a su debido tiempo. Sin mentiras y todo lo que necesites saber.
* Dejando ese aire de intriga ya que revelará asuntos delicados que influyen en la familia y que a su vez quizás es un mal que aún existe y que aquella sombra del pasado vuelva.
*
-Solo ten paciencia.
* Dijo a su hija, tras secarle los párpados con las manos. *

Lo observó esos ojos cristalinos reflejaban el rostro de su padre como un par de espejos, una duda emergió de su mente: ¿Qué tan grave era la situación para qué su padre optara por abandonarle?, no quería ser victima de su mente exceptica ¡Necesitaba confiar de nuevo en él! Y no cuestionaría más sobre el tema pues ahí comprendió que su padre realmente llevaba una carga muy grande encima.
— Padre... esperaré ese día— Le regresó una mirada que esperaba no ser defraudada más y por ello dejo que éste enjugara sus lágrimas.

- Aunque me odies, eres mi hija y daré mi vida por ti.
* Comprendiendo que aunque es impulsiva e inmadura, poco a poco va entendiendo que en hombros lleva el peso de la responsabilidad familiar a cuestas. Ya que en ella recae una misión, que a su debido tiempo tendrá que enfrentar y darle la cara cueste lo que cueste. *
- Algún día lo sabrás todo, algún día.
* Limpiándole los ojos a su descendiente, le demuestra que aunque tiene mano dura con ella es capaz de todo por protegerla y cuidarla de cualquier amenaza que atente contra su vida. *

Asintió en brevedad.
Después de todo podía sentirse avergonzada después pero ahora le dio rienda suelta a sus sentimientos, por ello simplemente se refugió ahí a llorar un poco, era una forma de sanar un poco y de comprender las cosas... ver la situación desde otro punto de vista y aguardar por el día en que él le explique la verdad de todo esto.
— Yo... esperaré una explicación cuando sea el momento, no te odio padre...— Soltó con una voz quebrada pero con una actitud férrea, estaría lista para ese momento.

* Abrazando a su pequeña, que siempre ante todo era su principal motivo de vida, no dejaría que nadie la lastimara ni mucho menos dejarle sola cuando el enemigo quien fuera que fuese. Estuviera acechando, quizás tarde que temprano tendría que darle la explicación de que es el poder del cual tiene que aprender a dominar para el día que falte pueda defenderse por si sola. Pero de momento, brindaría ese cariño a su pequeña Kujo, así como cuando ambos iban de paseo a algún sitio que ella deseará. *
- Deja de llorar, que no te pegaría jamás !

¡Qué vergonzoso!.
No emitió ni una palabra, su voz sonaría tan patetica que era mejor no decir nada más. Simplemente dejarle hacer mientras ella cayó entre esos brazos que de pequeña la acojían cuando algo le asustaba o con la simple excusa de ser mimada. Pero esta vez lo supo: su padre realmente le quería y le importaba, tal vez su abandono tenía una razón tremendamente grande y haría lo posible por saberlo pues ahora solo estaba indefensa sollozando cerca de ese pecho plano que tanto conocía.
Deslizó sus manos y le abrazó, quedó disminuida a la niña que llora entre los brazos de su padre en un panorama distinto pero que solo revelaba: la gran familia que realmente son.

* Deteniendo abruptamente su andar a su cuarto, los sollozos de su propia hija no le fueron indiferentes. Al contrario de él, cuando joven le importaba poco todo, pero al ver a su pequeña Jolyne llorar sin duda la causa cierto remordimiento.
A lo cual, se aproxima a ella para abrazarla, procurando ser el padre que jamás ha sido durante años pero que sin duda ahora esta para ella. *.
- Pareces una bebé, lo sabias ?

— L-lo siento— Su voz se quebró.
Y no evitaría que un silencioso llanto se deslizara por sus mejillas, ya que aún cubría sus labios el sentimiento pudo más que ella en ese instante... ¡Detestaba llorar! Y más enfrente de alguien, pero era una situación dificil y era aún muy joven para saber manejarla.
Técnicamente se desahogó, pero eso no cambiaría el pasado y sus actos, el erroneo camino que tomó y lo que acababa de hacer.

* Aunque las palabras emitidas y dirijas por su propia sangre, le dolieran no era capaz de ponerle la mano encima para lastimarla. Aunque de una reprimenda jamás se había librado, pero en esa ocasión lo dejaría así. *
- Tranquila.....
* Fueron sus últimas palabras, al comprender que aquel enojo esta más que justificado y no era para menos.
Ese resentimiento, era justo y lo merecía; pero si estaba ella en peligro no dudaría en dar su vida a cambio de que ella siguiera viva. *

Abrió los ojos en desmesura frente a esas palmaditas, esperó lo peor... quizás una abofetada o cualquier palabra tosca pero nuevamente era él... blando o ¿no le importó?, la pregunta le dolería un poco más sí fuese cierto.
Frunciría sus cejas con un gesto de tristeza, se sintió culpable por gritarle así y solo soltó lo que le pareció porque era lo que sentía.
—... Yo...— Sus grandes ojos se cristalizaron y susurró aquello en medio de sus dedos sin poder decir más pero a decir verdad quería disculparse.