Miren, más plástico. Estos turistas... todos son iguales. Pensaba mientras encajaba su largo bastón de madera que fabricó ella misma con un palo de escoba, cuyo extremo había tallado para crear una aguda punta. Esta atravesó la botella vacía con facilidad, luego la guió dentro de una bolsa. Siempre había algo nuevo qué limpiar en la playa, cerca de las tiendas y los bares. No recibía dinero por ello, aunque si algo muy importante: hacer eso la ayudaba a pensar. Y justo pensaba en su compañero de escuela, a quien no veía hace tiempo. ¿Qué habrá sido de Kujo...?
Mientras el pensaba en algo que honestamente le encantaría saber, se pasó la diestra por su cabello y lo sacudió un poco. Quizás debería cambiar de peinado, usarlo más corto por razones prácticas. En medio de este acto lo escuchó... Y cuando estuvo a punto de contestar él se fue. No esperó a su respuesta, lo que le hizo sonreír de a lado, ¿Tan confiado estaba en sí mismo que dio por echo que iba a ir...? Pues sí, iría. De alguna forma se sentía ahora responsable por él, por sacarle de ese extraño luto que parecía llevar ahora. Entró al local de renta de botes de su padre para dejar sus cosas, comenzando a tararear. Su padre palideció intuyendo lo que eso podría significar.
Tomó el libro y se quedó en silencio, pensativo. Ahora su mirada se dirigió sobre el esbelto cuerpo de la mujer, por unos instantes su mirada mostró un brillo diferente como una corta y efímera alegría que se borró cuando la mirada del padre de Umi se posó sobre él, ésto le hizo desviar la mirada, colocarse de pie, guardar el libro y colocarse su característico gorro. — Umi, te veré el sábado... En la plaza— Soltó y sí era una clara invitación a pesar de que sonó como una orden que dió antes de desaparecer.
Por unos instantes se preocupó. Era un chico muy joven, y había escuchado que de buena familia, pero parecía dudar demasiado de su rumbo. El barco ya estaba llegando al muelle, y mientras su padre lo detenía en su sitio ella metió los folletos entre las páginas del libro y se lo entregó. — Quédate con esto, puedes dármelo en clase después. Tal vez te gusten las fotografías del libro, tienen muchas especies marinas. — Ella se levantó, luego estiró los brazos por encima de su cabeza. — Odio este momento, cuando hay que volver a la vida cotidiana. —
Realmente era una chica muy dulce, por un instante le recordó un poco a su madre; en su forma de ser pero algo más sintió en su pecho, algo agradable pero que no comprendió muy bien y luego se distrajo al ver el libro que ella le enseñaba. — Te apasiona eso, no deberías temer— Fue todo lo que pudo decir esperando que se sintiera bien con su frase, ahora tomó un folleto blanco para leer; Ciencias de la salud, Medicina y carreras a fin. Se vio como frunció el ceño y descartó por completo la idea, luego tomó el de color verde: ingenierías.
Por supuesto que espió la opción que leía. Por unos momentos se lo imaginó como un abogado, con un inmenso y pulcro traje, ganando juicios tan sólo por su mirada y por cómo el juez se intimidaba con su cara de culo... Hey, el chico realmente tendría potencial, pero no evitó sonreír y apretar los labios para contener una risa. Ella tomó su libro y se lo mostró con una gran sonrisa. —Algo que me permita proteger mejor el mar ... Biología marina. Dentro de poco serán los exámenes, he estudiado mucho... Y aún así tengo miedo. —Bajó poco a poco el libro, y con ello su mirada preocupada.
Dirigió sus pasos hacia ella y tomó asiento a su lado, su mirada se posó sobre los diversos folletos y extendió la diestra para tomar algunos que le llamaron la atención; uno café con blanco que hablaba sobre una escuela de leyes. Tragó saliva en silencio y se dispuso a leer el contenido; ciencias sociales, ciencias políticas y derecho, otras carreras a fines, con diferentes áreas. — ¿Que vas a estudiar tú?— El viento revolvía sus cabellos oscuros y ondulados.
Arrugó el entrecejo extrañada. Detuvo lo que hacía y lo miró con sospecha, ¿Qué le había pasado a ese chico como para haber descuidado tanto sus prioridades? Recordó entonces que había traído su mochila, luego se lanzó por ella y volvió con un buen paquete de folletos y un libro. Se sentó en la cubierta del barco mientras su padre lo dirigía de vuelta al puerto. — Ven a ver esto. Es todo lo que nos entregaron para elegir, y otras opciones están fuera del país.
Un atisbo de melancolía se fundió de nuevo en el brillo de sus ojos, ahora expulsó un suspiro: pesado y corto. —Aun no me decido por qué carrera estudiar — Fue sincero y directo, ahora ayudó a acomodar el equipo de buceo en dónde lo encontró.
Ella sonrió. No parecía muy acostumbrada a los agradecimientos, ya que se le encendieron las mejillas y tuvo que distraerse quitándose el equipo de buceo, luego le ayudó a él. Se colocó detrás de su espalda y se quedó impactada por lo ancho que era, ¿Había crecido desde la última vez...? — No agradezcas. Puedes venir cuando quieras, aunque debes estar ocupado con los exámenes. ¿Irás a la universidad?
