Hay algo que no saben, acerca del hechizo y de Isolda. Ella, en realidad, es mi madre... pero el hechizo sí nos afectó a ambas, de una manera distinta. Su corazón estaba roto por la muerte de mi padre, y el mío estaba roto por el matrimonio de... la persona que yo creía amar... pero, en el momento en que esa bruja pronunció sus mortales palabras, no fue el rey de reyes quien estaba en mi cabeza, sino mi compañero, cuyos ojos jamás estarían en los míos... El hechizo derrumbaría al rey, quebraría un reino. Y todo porque nuestros ojos se cruzaron, y confundimos el amor con deseo.
—Nunca... nunca fue amor. Nunca sintió amor por mí. Esa es una verdad que aun me duele, envenena mi pecho y hace que me ahogue con tan solo una memoria. Sus palabras directas fueron eso, "no es amor, es deseo." —Incluso había engrosado un poco la voz al hablar. —Pero yo sentía amor. Quise decírselo, pero él... miraba a otra mujer. A una verdadera dama, una doncella, una reina, a quien él le entregó su fidelidad, su corazón... y que se casó con su mejor amigo. Recuerdo la noche de la boda... fue una completa pesadilla para ambos.
—Te diré las cosas claras. Entre Arthur y yo... hm... —Sin embargo se vio algo dudosa, pues era la primera vez que hablaba de una manera tan directa de aquello. —Era un secreto a voces. Era normal que él llevase mujeres a su lecho, desde antes de llegar a Canterville para sacar la espada de la roca... pero es que él era demasiado atractivo, un britano casi perfect