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Hay algo que no saben, acerca del hechizo y de Isolda.
Ella, en realidad, es mi madre... pero el hechizo sí nos afectó a ambas, de una manera distinta.
Su corazón estaba roto por la muerte de mi padre, y el mío estaba roto por el matrimonio de... la persona que yo creía amar... pero, en el momento en que esa bruja pronunció sus mortales palabras, no fue el rey de reyes quien estaba en mi cabeza, sino mi compañero, cuyos ojos jamás estarían en los míos...
El hechizo derrumbaría al rey, quebraría un reino. Y todo porque nuestros ojos se cruzaron, y confundimos el amor con deseo.
 
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...su entretención. Era un rey, y debía casarse con una princesa, una verdadera princesa, no con un caballero extranjero. —Su voz se había quebrado en ese momento. —Él... me lo dijo directamente, que no podía estar ya conmigo porque se casaría... con una princesa de otro reino... que era su deber como noble, como líder... Y... rompió mi corazón...

Fue hasta ese momento en el que tuvo que detenerse, pues había sido ya una cascada de llanto, una que no pudo evitar por más que lo intentase.
...con un precioso carisma y don de liderazgo. Era obvio que las mujeres... lo siguieran. Yo era muy joven entonces, pero Arthur no me impresionó tanto como... él, al menos hasta que reveló que sabía lo que yo realmente era y aun así me aceptó entre sus caballeros. Era cordial, amable, su sonrisa era fácil y grácil, sus ademanes de caballero eran refinados como los de un noble, sin su arrogancia o desprecio. Caí con facilidad en sus brazos. —Había tensado los labios. —Era joven, no conocía la cortesía de los britanos (si la hubiese conocido habría comprendido más temprano que tarde)... fue el primer hombre con el que compartí el lecho, en plena guerra civil. ¿Y lo peor de todo? Me sentí enamorada. Pensé que él, en mi propio embeleso, me quería de la misma forma, por la manera en que me trataba, por la forma en que buscaba estar conmigo en solitario, por como se escabullía en mis aposentos entre las noches solamente por un instante a mi lado. Pero la verdad... es que solamente fui...
—Nunca... nunca fue amor. Nunca sintió amor por mí. Esa es una verdad que aun me duele, envenena mi pecho y hace que me ahogue con tan solo una memoria. Sus palabras directas fueron eso, "no es amor, es deseo." —Incluso había engrosado un poco la voz al hablar. —Pero yo sentía amor. Quise decírselo, pero él... miraba a otra mujer. A una verdadera dama, una doncella, una reina, a quien él le entregó su fidelidad, su corazón... y que se casó con su mejor amigo. Recuerdo la noche de la boda... fue una completa pesadilla para ambos.


—Te diré las cosas claras. Entre Arthur y yo... hm... —Sin embargo se vio algo dudosa, pues era la primera vez que hablaba de una manera tan directa de aquello. —Era un secreto a voces. Era normal que él llevase mujeres a su lecho, desde antes de llegar a Canterville para sacar la espada de la roca... pero es que él era demasiado atractivo, un britano casi perfect
... hablar y quien me hablaba sin reparo ni temor. Perdona... estaba por relatarte esa trágica historia. —Tuvo que aclararse la garganta varias veces. —Siento ese nudo en mi garganta, que te impide hablar, y que te amenaza con hacerte llorar como un niño lastimado.
—El asunto es... que ya no puedo estar tranquila en presencia de ellos dos. —Había entrecruzado los dedos sobre su propio regazo. —Siento culpa, dolor, porque los bardos han cantado historias magníficas de los caballeros de la mesa redonda, pero no somos los súper hombres que ellos relatan. Éramos personas normales, con un orgullo y una voluntad crecida por los mismos mitos que se hablaban... queríamos creerlos. Queríamos ser lo que ellos hablaban. Pero estábamos llenos de defectos que ocultábamos en el momento que portábamos nuestras armaduras. —Sus ojos estuvieron alrededor del lugar, apenas unos instantes, antes de volver a cerrarlos. —Suelo culparme, a pesar de todas las palabras que me han dicho, a pesar de lo que él mismo me dijo en su momento. Realmente odiaba que fuese tan franco y directo al hablar, pero sus palabras jamás eran para causar revuelo, dolor o miseria... —Sonrió con cierta nostalgia. —Lo echo de menos. Demasiado. Mi mejor amigo, era el único con el que podía...

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