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26-30, M
mal humorado... :) y un maldito jajaja!
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YuukiKuran · F
Tokio, Japón. 8:23 am
– ¿Lo presiente? –
– Hmm…. S-si. – Asintió la joven a Isaya y volteó su cabeza en dirección a una montaña no muy distante de donde se encontraban aquel par de individuos sobrenaturales. – ¿Qué es eso? –
– Parece un templo… ¿Segura que quiere indagar sobre que habrá ahí? –
– Por supuesto. –
Isaya al notar la seguridad de las palabras de la soberana, concluyó con no interponerse a sus deseos y educadamente se despidió de ella con una reverencia y seguido retomó el paso a la Mansión Kuran, donde temporalmente tomará el puesto de la reina hasta su regreso.
Las nubes se movían a un compás tranquilo y suave, dándole lugar al Sol que resplandecía a un lado de los cielos y éste se adornaba con las diferentes aves con sus únicas tonalidades de colores y cada grupo de aves los cuales se movían haciendo diferentes figuras todas en conjunto con sus respectivas manadas sin mezclas y fin hacer falta la briza que abrazaba la tierra con gran fervor y gracias a la luminiscencia solar que cubría con un manto refrescante toda aquella ciudad, que es extensa y con gran variedad de lugares por los cuales pasó y divisó ella: diferentes tipos de hermosos parques, bibliotecas, cines, lujosos museos, discotecas, restaurantes de todo tipo de clases sociales, puestos de comida, negocios, etcétera.
En su transitar, plácida en el escenario con el ambiente que la rodeaba, no desapegaba sus destellantes orbes del aparente oratorio donde sus habilidades sobrenaturales captaban esencias extrañas jamás experimentadas por ella, quien se revolvía en lo mirífico como demonios, bestias, espíritus, entre otros. El camino de momento parecía no tener conclusión, por lo tanto, la soberana se detuvo a juntar indicaciones sobre lo que yacía en la cima de la montaña, consecuentemente le indicaron el camino correcto y le aclararon con lujo y detalle que se tratada del Templo de la Deidad de la Tierra, la muchacha bastante sorprendida, tenía ya mucho tiempo de estar en sus soberanos arrabales con su raza alejada de los mortales y de la sociedad actual que le parecía extraño que los humanos de estos nuevos tiempos creyesen en utopías como las deidades, más ¿Qué podría cuestionar ella que es un espécimen fuera de la naturaleza? Continuó a paso lento, mientras se iba acercando a su destino final ya que ahora si lograba divisar a la lejanía el templo.
– ¿Lo presiente? –
– Hmm…. S-si. – Asintió la joven a Isaya y volteó su cabeza en dirección a una montaña no muy distante de donde se encontraban aquel par de individuos sobrenaturales. – ¿Qué es eso? –
– Parece un templo… ¿Segura que quiere indagar sobre que habrá ahí? –
– Por supuesto. –
Isaya al notar la seguridad de las palabras de la soberana, concluyó con no interponerse a sus deseos y educadamente se despidió de ella con una reverencia y seguido retomó el paso a la Mansión Kuran, donde temporalmente tomará el puesto de la reina hasta su regreso.
Las nubes se movían a un compás tranquilo y suave, dándole lugar al Sol que resplandecía a un lado de los cielos y éste se adornaba con las diferentes aves con sus únicas tonalidades de colores y cada grupo de aves los cuales se movían haciendo diferentes figuras todas en conjunto con sus respectivas manadas sin mezclas y fin hacer falta la briza que abrazaba la tierra con gran fervor y gracias a la luminiscencia solar que cubría con un manto refrescante toda aquella ciudad, que es extensa y con gran variedad de lugares por los cuales pasó y divisó ella: diferentes tipos de hermosos parques, bibliotecas, cines, lujosos museos, discotecas, restaurantes de todo tipo de clases sociales, puestos de comida, negocios, etcétera.
En su transitar, plácida en el escenario con el ambiente que la rodeaba, no desapegaba sus destellantes orbes del aparente oratorio donde sus habilidades sobrenaturales captaban esencias extrañas jamás experimentadas por ella, quien se revolvía en lo mirífico como demonios, bestias, espíritus, entre otros. El camino de momento parecía no tener conclusión, por lo tanto, la soberana se detuvo a juntar indicaciones sobre lo que yacía en la cima de la montaña, consecuentemente le indicaron el camino correcto y le aclararon con lujo y detalle que se tratada del Templo de la Deidad de la Tierra, la muchacha bastante sorprendida, tenía ya mucho tiempo de estar en sus soberanos arrabales con su raza alejada de los mortales y de la sociedad actual que le parecía extraño que los humanos de estos nuevos tiempos creyesen en utopías como las deidades, más ¿Qué podría cuestionar ella que es un espécimen fuera de la naturaleza? Continuó a paso lento, mientras se iba acercando a su destino final ya que ahora si lograba divisar a la lejanía el templo.