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AemondTargaryen · 31-35
Se recargó contra el respaldo, tragando saliva con dificultad. Tan sólo miraba a la carpa formada por las sábanas sobre las rodillas de Jana, y no se atrevía a mirar más allá. Temía encontrarse con una visión tan dolorosa que jamás pudiese olvidar.
Apretó su mano con fuerza, sin parpadear o respirar por segundos. Cuando le parecía un momento eterno escuchó un suspiro de alivio por parte del Maestre, y entonces el llanto de un bebé.
Su corazón se aceleró, besó el dorso de la mano de Jana y ambos escucharon la noticia.
— Una niña. — Dijo el Maestre, que pasó a la bebé a una asistente que bañó a la pequeña. Aemond entonces esperó al nacimiento del siguiente retoño, no se atrevía a dejar a Jana sola.
— Un poco más... —
Apretó su mano con fuerza, sin parpadear o respirar por segundos. Cuando le parecía un momento eterno escuchó un suspiro de alivio por parte del Maestre, y entonces el llanto de un bebé.
Su corazón se aceleró, besó el dorso de la mano de Jana y ambos escucharon la noticia.
— Una niña. — Dijo el Maestre, que pasó a la bebé a una asistente que bañó a la pequeña. Aemond entonces esperó al nacimiento del siguiente retoño, no se atrevía a dejar a Jana sola.
— Un poco más... —
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