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Desde fuera era sólo un árbol más del montón, pero cruzando la corteza ilusoria se encontraba una bella entrada dominada por madreselvas trepadoras. La puerta era una línea de sal coyibia, los bienvenidos podían cruzarla. Era cuestión de paciencia encender todas las lámparas principales de dentro, el lugar siempre quedaba bien iluminado dejando a la vista el orden que imponía Janâ en su hogar.
 
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AemondTargaryen · 31-35
— Ngh...— Le encantó esa mordida, significaba que ya habían pasado la línea de la decencia y sólo importaba el instinto.

Puso las manos en el reverso de sus rodillas, las empujó hasta que estas casi tocaron sus senos y con eso consiguió todo el espacio posible para penetrarla.

Quiso ver, enderezó su torso al mejorar el apoyo en sus rodillas y se topó con la imagen de su coño expuesto, brillante de humedad y atravesado por su falo; fue la mejor visión de su vida.

Iba a venirse así, con esa imagen justo frente a él. Sin dejar de observar volvió a embestir su vagina, hasta que una sacudida lo recorrió y anunció su orgasmo.

Pero por supuesto se aseguró de venirse lo más dentro posible; le llenaría el útero con su semilla. Así se vacío dentro de ella.
 
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