—...— Y aunque eso sonaba a mentira, no podía ser negligente respecto al trabajo de la Doctora, ya de por si era difícil su situación personal. Presiono su entrecejo con la mano derecha antes de hablarle. —Bien. Tu ganas.— Seguiria recibiendola. Pero quizás si tomaría ese cigarrillo.
Movió su oreja derecha. — ¿Mis recursos?, la doctora los necesita. Le haré saber entonces que la puerta estará cerrada. — Y tras mover ligeramente sus dos orejas y su cola comenzó a caminar hasta la salida.
Resopló molesta por su imprudente comentario. ¿Cómo lograba ser un fastidio en cuestión de minutos? —La puerta estará cerrada, ve a buscar tus recursos en otro lugar.
Una sonrisa ladina fue lo único que ofreció en respuesta antes de sujetar la caja con ambas manos y dar la media vuelta. — De eso ya me he dado cuenta. —
Estaba comenzando a presionar puntos sensibles de nuevo. Decidió apartar la mirada y concentrarse en colocar en una caja los objetos que ella había ido a buscar. —Pefiero los dulces.
— ¿Tus que?, Jo, debieron irse accidentalmente en las cajas que me lleve. Además, si no los encuentras, ¿tomarías un cigarrillo no?, los viejos hábitos no se pierden.
