Cerca de esa misma estación, en una banca solitaria, se encontraba un joven de alta y delgada anatomía. de tez completamente blanca. Era un joven de aspecto elegante y hasta considerado apuesto, tenía ojos con una tonalidad rojiza oscura, sus cabellos de un tono castaño que llegaban hasta sus hombros y un flequillo que cubría sus ojos. Todo su ser emanaba elegancia y porte, sus ojos siempre se veían tranquilos y serios. Permanecía sentado sobre aquella banca con una sombrilla oscura que lo protegía de los rayos del sol. Algunos lo miraban de forma extraña, ya que la temperatura era agradable y no era necesario usar la sombrilla. El castaño vestía una camisa blanca un poco desaliñada, cubierta por una chaqueta oscura de cuello alto y unos pantalones negros. Lo único que hacia era observar a los que pasaban cerca, pero algo captó su atención, un chico con un gato en su hombro y que al parecer hablaba. Era algo extraño para el, por lo que quedó mirando fijamente al chico.