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Llevaba dormido tantos años, que su letargo le había adormecido los sentidos, aquellos que justamente le recriminaban su abandono y exigían que volviese a luchar por su Reino, pero no lograron respuesta.

Su braveza fue helada tras la pérdida de las dos únicas personas que consideró importante en su vida. Primero, su madre, quien luchó por su mundo, gente e hijos... Luego su hermana, su otra mitad y él fue incapaz de evitarlo. Su orgullo menguó, sus ojos perdieron brillo y al despedirse de sus fuerzas, los párpados se le hicieron pesados al punto de no abrirles más.

Pero justo aquél día, logró oír algo que le hizo brindarle atención a lo que trato de ignorar mucho tiempo.

"Esa voz... ¿Acaso... Será?" La pesadez en sus párpados se iba haciendo más llevadera y en un esfuerzo insistente luchó por levantarles. Su cuerpo tambaleó y el polvo que se había hecho de sus hombreras pareció temblar por unos instantes.

"¿Madre?" Abrió por fin sus orbes y lo primero en recuperar en sus tenaces esmeraldas fue el resplandor inminente que vino acompañado de un pequeño hilillo de lamento rozando su empolvada y mugrienta mejilla. Estaba allí, viva, no había duda, su borrosa visión poco a poco se lo fue revelando, se trataba de Tawny. -¿Cómo es posible esto?- Forzó palabras para cuestionarle.

Se encontraba caminando a paso suave, llevando en su espalda una roca ámbar preciosa que bailaba pendiendo de una fina hebra de hilo, lo suficientemente resistente como para sostenerle allí, oscilante y casi oculta entre su nívea cabellera larga.

-¿Dónde estás?- Cuestionó para si mismo, mientras continuaba avanzando esta vez más y más lento.

Siempre observaba tras el amplio ventanal de ásperas piedras que daba al oeste de su recamara, buscando en la inmensidad del firmamento alguna estrella que le recordara a ella, buscaba con recelo sus profundos verdosos y no podía evitar, cada día tras su ritual, sentirse lleno de energía y una alegría que se le hacía en el alma, reconfortandole cada vez más. -¿Estás allí, verdad?- Su mirada era tranquila, solemne, pues apreciaba, en todas y cada una de las estrellas que se hacían del inmenso mar cósmico la esencia de su madre, entera, perfecta, imperando desde la infinidad.

La clara sorpresa abarcó el rostro del Rey, no podía procesar del todo las palabras dichas por los recién llegados y aquello llenó de una asombrosa curiosidad. Fue algo que sus generales notaron de inmediato y por ende permanecieron cerca de su Rey.

—¿Qué tal ahora?, ya les he dado la bienvenida pero me encantaría de sobre manera conocer a su Reina. No es de buena educación hacer visita en la puerta de una gran casa ¿verdad?— Dijo en un tono despreocupado y dejando en claro que estaban dispuestos a llevar un intercambio de palabras de una forma tranquila.

Yamuraiha la maga general parecía estar bastante incomoda, al no poder reconocer de todo la magia de la que aquella persona hablaba, era como una bofetada a su ego de maga genio y realmente en su interior apoyó que su Rey fuera a veces tan imprudente solo porque anhelaba saciar la curiosidad por ese conocimiento,que seguramente obtendría con esta visita, por lo que interrumpió la conversación creando sin problema una plataforma de agua congelada bajo los pies de su Rey invitándolo a que aterrizara.

Sinbad por su parte deshizo el equipamiento Djinn para mostrarse ante sus nuevos invitados tal cual era; de ropa detallada y pulcra, ornamentos varios y en su cabeza un turbante con una corona; algo rudimentario pero vistoso a comparación de las ropas de los contrarios.

Una vez sus pies tocaron la modificación de agua realizada por la general, se cruzó de brazos para dedicarles una sonrisa — Es un placer conocerles; Amahtar, Nólakwen y Sénthalion— Hizo una señal y los generales fueron deslizándose lentamente por aquella agua modificada hasta llegar a la orilla, así mismo el domo mágico formo una entrada en el costado de su superficie para otorgar la entrada de todos.

*Cham Cham abrió sus orbes de mayor sorpresa y real valentía, sentía una especie de soporte en aquella chica, además de ser una perfecta aliada.- Si con mi vida o mi muerte, puedo acabar con éste mal y salvar todo lo bueno que hay, Cham Cham aceptará el sacrificio, y por ende, peleará junto a ti. Los Dioses te bendecirán como la fiel guerrera de mi pueblo, Huitzilopochtli te guiará hacia la victoria, Quetzalcóatl será un padre para ti, Tonantzin te considerará una hija más de nuestro pueblo y Tlaltecuhtli te brindará amor. -Tras aquellas palabras, reverenció a la joven volviéndose a reincorporar de nuevo.- El camino es largo y el mal jamás duerme.

*Colocó su largo boomerang a la altura de su hombro, el pequeño chimpancé se colgó de sus largos brazos alrededor de la esbelta cintura de la guerrera y la joven miraría hacia el este. Sentía miedo, desasosiego e infinita confusión, porque siempre había peleado con guerreros más grandes o más jóvenes que ella y siempre había salido victoriosa, pero ahora no sabía a qué clase de enemigo se enfrentará. Sin perder mayor preámbulo, dió un enorme salto que logró llegar dos metros arriba y sosteniéndose de una rama gruesa y frondosa.- Es por allá -Decía guiándose por la oscura mancha que mata y desequilibra todo lo que toca, ése era el camino para llegar al malvado hechicero Amakusa.-

[code]Oh, es una pena...[/code] -Murmuró para sí mismo antes la respuesta negativa por parte de la elegante dama, su mirada se perdió por un instante en el suelo, pensativo e incluso preocupado de que ella no le permita investigar y hacerlo sin permiso podría ser considerado una falta grave y no quería poner en riesgo vidas, mas bien al contrario, sin embargo, ante la pausa de ella con una aparente respuesta positiva, le hizo alzar la mirada para volver a dirigirla hacía ella, recibió la hoja de regreso en sus manos y prestó atención a los nuevos datos que ella estaba mencionando en ese instante.
Miró la hoja por un par de segundos, aunque antes de hacer lo pensado, quiso añadir unas cuantas palabras mas.- [code]¿Me brinda la libertad de explorar o debo ir acompañado de uno de sus mas fieles aliados? Si es esto último, le agradecería que sea alguien cauteloso y que se pueda defender, no es una orden, solo un consejo.[/code] -Cogió el papel de manera horizontal, justo de la punta de cada extremo.- [code]También me gustaría añadir....[/code] -Hizo una corta pausa para rasgar el trozo de papel y partirlo a la mitad, una vez hecho esto, soltó cada parte y estas cayeron al suelo, pasados un par de segundos, aquel par de trozos de papel comenzaron a liberar una especie de humo oscuro sin aroma, el azabache alzó la mirada para observar directamente a la joven.- [code]Si llegan a sentir algo como lo siguiente...pide que evacuen lo mas rápido posible...[/code] -Terminado su dialogo, aquel humo aumentó su cantidad mientras se sentía una leve corriente de viento, en el ambiente se podía sentir el odio puro de un individuo, su sola presencia puede oscurecer el día mas soleado con cielo despejado, seres con un "poder" no muy alto podría sentir vibrar su cuerpo, pero esa sensación fue corta, de solo 10 segundos, repentinamente solo desapareció junto con el papel, eso era solo una muestra de como se siente el poder de aquel sujeto, dicha energía fue atrapada en una porción pequeña para dar un ejemplo de como sería estar a la par o a algunos kilómetros del tan buscado Vairant.

Se quedó en completo silencio, solo retrocedió un par de metros y esperó alguna indicación u opinión por parte de la mujer, agachó la cabeza un poco, de modo que su cabello cubrió parte de su rostro, solo quedaba esperar lo que ella esté dispuesta a hacer.-

[code]Oh, comprendo, me disculpo por mi repentina intromisión, le prometo que no era mi intención venir tan precipitadamente...[/code] -Culminó su oración agachando ligeramente la cabeza e inclinando un poco su torso al frente, volvió a erguirse con normalidad y procede a seguir a sus nuevos guías, mientras tanto, un nuevo comunicado llegó a su cabeza, la voz de su compañero resonó en sus pensamientos: >¡¿No?! ¿Será que me he equivocado? Estaba completamente seguro de que él estaba ahí, los radares no pueden fallar...< Comentaba con preocupación el joven que del otro lado revisaba desesperado las ultimas señales emitidas por la roca que tanto buscaban >Creo que deberás retirarte, mi señor> Añadió al final, el joven gobernante de Vailak solo cerró los parpados un corto periodo de tiempo y respondió de la misma manera: "[code]Es eso, o también que su gobernante no quiere alarmar a sus habitantes por una fuerza desconocida rondando sus tierras, esperemos que sea esto último...[/code]" Tras acabar su mensaje, volvió a abrir los parpados para continuar caminando con normalidad.

Finalmente llegó ante la esperada líder de aquel mundo, con quién en verdad deseaba hablar desde que pisó aquel planeta, pese a que de igual manera él es alguien de la realeza, mostraba un gran respeto por otros que llevaran ese título tan elevado, por lo cual se postró ante la dama, agachó su cabeza e inmediatamente dirigió sus palabras para ella.-

[code]Es un verdadero placer conocerle finalmente, mi nombre es Yzis Kalael, soy el actual rey de Vailak.[/code] -Hizo una corta pausa para acomodar sus pensamientos y lograr expresar lo que quería en palabras cortas y directas, también levantó su cabeza y miró fijo a la mujer.- [code]Vengo en busca de un individuo y un objeto que podría poner en riesgo la vida suya y de sus habitantes.[/code]

-Luego de sus palabras, seguras y directas, se irguió para ponerse en pie con normalidad, abrió su kimono y con lentitud introdujo su mano zurda entre sus ropajes para así sacar un trozo de papel con la imagen del hombre al que buscaba, lo mostró a la mujer mientras avanzaba hasta el primer escalón sin subir a este, en dicha imagen se podría ver a un muchacho de unos 24 años aproximadamente, delgado y tez blanca, con ojos color miel y cabellera plateada con algunos mechones terminados en punta con colores verdes y azulados, en la esquina inferior derecha también vendría la imagen de una roca cristalina de color naranja, dónde vendría tallado con la letra de su mundo las siglas "E.K".- [code]Es él, responde al nombre de Dáiogenes Berios, ¿Le ha visto rondando por algún lado?[/code] -Extendió su brazo en dado caso de que ella quisiera tomar la hoja para ver mejor la imagen.-

Su madre, al igual que Ástryr y Roone, eran las personas más cercanas a él y quienes mejor le conocían. La reacción que se apropiaba de sí mismo no era para nada de extrañar para su mentor, quien no paraba de palmear suavemente su espalda conteniendo la risa. Einarr advirtió en el repetitivo ademán de éste que estaba poniéndose en ridículo frente a ellos, por lo que aquél rubor intenso que recubría sus mejillas rápidamente paso palidecer.

–Sí usted así lo considera... – Izó el mentón, con la postura completamente erguida. Su voz pareció ahogarse junto con el pasar de una suave brisa de aire que termino por despelucar su corta cabellera rubia.

–Así será. – Fulminó, reverenciando nuevamente. Quizá para los demás, la postura de respeto del príncipe rayaba lo exagerado, aunque para él no era más que la forma en la que su madre le educó y la forma en la que podía mostrarle el profundo respeto que ella merecía. Aunque Ástryr no pierde ocasión para resaltárselo en forma burlesca.

–Vamos Einarr, deberías ir a arreglarte un poco. – Aconsejó Roone ante la retirada de la Reina. Einarr, le devolvió una sola mirada sonriente, serena y supo de repente, con solo verle, que éste no se arreglaría. Einarr posee un espíritu libre y desatado de las formalidades, prefería mantener esa fachada de noble atrevido al contrario que su melliza.

–Que más da... Vamos al punto de encuentro, entonces. – Ambos sonrieron en seña de camaradería. El ya no era un niño para Roone y éste último era más que su mentor.

Sus pesadas botas encueradas dejaban marca sobre el alfombrado césped bajo sus pies y a medida que iba adelantándose hasta donde le esperaban, sus pisadas iban desapareciendo junto con las magulladuras que dejaba como poderosas marcas en el suelo y todo debido a la bendición que éste le brindaba, por medio de su lazo con la naturaleza al mismo. Y a medida que avanzaba el viento le golpeaba y hacia bailar la capa escarlata que lleva atada al cuello, justo donde desembocaban un par de collares dentados que algunos Gnomos le habían dado para su protección.

“¿Estará mi hermana en el nombramiento?” Su corazón latía emocionado, y su palpitar solo se aceleraba más con cada paso que daba mientras reducía distancia entre él y su destino.