-Estaba ante las paredes que enmarcarían un nuevo comienzo, y cada paso que daban los caballos lo veía acercarse cada vez más. La impaciencia le hizo mordisquearse el labio inferior, pero también una sensación de inseguridad. ¿Realmente era un lugar seguro? Evaluó con atención las torres, los aparentes sólidos muros y la promesa de un amplio espacio. Imaginó a los niños corriendo de lado a lado de esa forma, y así pudo relajarse. Pero no lo haría por mucho tiempo. Trabajaría en su mente, buscaría recordar todo lo posible sobre su hermana, la corte, el territorio. Cualquier información...
-Detuvo el avance del caballo, y con ello la rubia bajó de la carreta con suavidad. Sorprendió a Roy despierto, y este de inmediato volvió a hacerse el dormido, acto inocente que la hizo sonreír. Apoyó las manos en la orilla y miró a Eva, como si el mundo y sus desgracias no hubiesen pasado por ella, pues dormía profundamente. La envolvió en la cobijita y luego la cargó con mucho cuidado, recargando su cabeza contra el hombro. Le indicó a Roy con un movimiento de su cabeza que bajara, y motivado por su curiosidad el chico lo hizo rápido, y por su cuenta caminó hacia su padre. Era bastante evidente que quería causar una buena impresión, tal vez con demasiado esfuerzo, pues los hombros se le veían tensos y la barbilla muy alzada, una pobre imitación de lo que él pensaba era el caminar de su padre. Ella contuvo una risa, caminando a paso tranquilo detrás de su hijo.-
