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-El sendero estaba salpicado de tesoros que por alguna razón los viajeros habían dejado allí. Algunos no tenían valor, otros parecían ser costosos. Estaban esparcidos de forma desordenada, como si algo hubiese provocado que hubiesen salido corriendo con tanta prisa que lo material salía sobrando.
Ese era su pasatiempo durante el día. En esas horas de luz era etérea, invisible, y se divertía con ello. Las sombras de los árboles eran sus cómplices y junto con las formas del bosque creaba pesadillas para los comerciantes, luego coleccionaba lo que ella consideraba el pago por el entretenimiento.
 
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Soren · 100+, M
-En florencia, recordaba como floreaba, la sangre derramada, en los lirios más breves de la calle, al ritmo de la música y ruido de las espadas. Ese raro recuerdo se le vino a la mente una vez endulzó con sus ojos la mirada de la mujer, la cual deliró por momentos recuerdos... Y él se dio cuenta, se pudo dar cuenta del tamaño de sus caderas, de la postura a su brazo, el dorso conjunto... Y esa delicadeza que destruia toda la rudeza en su cuerpo, si... Sin duda, tenía que ser ella, pero no podía asegurarlo, por lo qué, primeramente deslizó su mano al regazo, y al mero detenerse, contestó.- Muy bien, tratemos de averiguarlo... No sin antes, huir de este paramo, Ancrath no está muy lejos.
 
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