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-El sendero estaba salpicado de tesoros que por alguna razón los viajeros habían dejado allí. Algunos no tenían valor, otros parecían ser costosos. Estaban esparcidos de forma desordenada, como si algo hubiese provocado que hubiesen salido corriendo con tanta prisa que lo material salía sobrando.
Ese era su pasatiempo durante el día. En esas horas de luz era etérea, invisible, y se divertía con ello. Las sombras de los árboles eran sus cómplices y junto con las formas del bosque creaba pesadillas para los comerciantes, luego coleccionaba lo que ella consideraba el pago por el entretenimiento.
 
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Soren · 100+, M
He matado a muchos elementales, como tú. –Dijo entonces a son y paz de su leve caminata, la cual era opacada por el ruido de su espadón flaqueando. Elementales… Así los llamaba él, seres muy fuertes, con carente realidad en el mundo carnal, pero que bien pueden manifestarse a su gusto por los terrenales. Agregó entonces el matarreyes.- Y todos se han saciado a base de mi sangre. –Argumentó, pues era cierto, eso era fácil de predecir ante tantas maldiciones y cicatrices por su cuerpo, entre ellas, las más destacadas en su pecho y plexos.- De hecho lo pensé mientras salíamos de aquel pueblucho. Quizá y te haga mi alumna, con ello podría alimentarte.
 
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