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-El sendero estaba salpicado de tesoros que por alguna razón los viajeros habían dejado allí. Algunos no tenían valor, otros parecían ser costosos. Estaban esparcidos de forma desordenada, como si algo hubiese provocado que hubiesen salido corriendo con tanta prisa que lo material salía sobrando.
Ese era su pasatiempo durante el día. En esas horas de luz era etérea, invisible, y se divertía con ello. Las sombras de los árboles eran sus cómplices y junto con las formas del bosque creaba pesadillas para los comerciantes, luego coleccionaba lo que ella consideraba el pago por el entretenimiento.
 
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SylphideQ · 31-35, F
-Su último argumento tranquilizó la inquietud que revoloteaba en su pecho una vez empezó a concebir la idea de que quizás ella le había hecho daño en el pasado. De alguna forma Dan comenzaba a agradarle, era todo un alivio tener con quién caminar entre esas tierras infestadas de muerte, donde la esperanza ya se había apagado en los ojos de la poca gente que quedaba, y que muchos de ellos ya estaban convertidos en cadáveres. Debía admitir que la soledad era abrumadora en su bosque, y que incluso hablar ya era motivo de alegría para ella. Cuando la excusó de ser quien le hubiese hecho daño sonrió infantil.- En eso tienes razón. Quizás sólo la encontré por allí. Todo esto es un campo de batalla, las armas abandonadas abundan. -Bajó las manos de su rostro y las colocó en su grueso cuello, y pudo percibir su pulso.-
 
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