Afirmó con un asentimiento de cabeza como si aquello significará cualquier cosa. Era bastante ajena a la realidad tras aquellas palabras.
—¿Yo qué debo hacer por ti?, no recuerdo que me lo dijeras antes de sacarme de la gran casa.
Su mirada se clavó en la ajena sin cuidado alguno y la voz se tornó anhelante al preguntarle aquello. Sangwoo le había enseñado tanto del exterior, era justo que ella lo ayudará de algún modo también. El único inconveniente era que la rubia no sabía hacer nada además de existir y escuchar.
— Eres mía, necesito que estés bien. — Pensaba en que le cuidaba pues quería tenerla viva para luego matarla, aunque a veces dudaba si esa era la verdadera razón.
— No soy amable, pero te mantendré vestida y alimentada, pequeña. —
Por supuesto, aún no pensaba en algún nombre para la rubia, y por eso le decía de esa forma tan simple e impersonal.
Su mirada divagó de la blusa a la falda y luego a la mano de Sangwoo que maniobraba entre ambas prendas.
—Son diferentes al vestido que me pusieron en esa casa, pero no importa si está justo... ¡Me hace feliz que me obsequiaras esto! Cuidaré bien la ropa, Sang, gracias.
Le sonrió tal como la primera vez que lo vio y estiró su mano para tocarle el brazo, no obstante se detuvo al vuelo. Por un momento olvidó que a él no le gustaba ser tocado de manera repentina.
