SirBalthazar

** “¡Despierta basura! Despierta… ¿O seguirás ahí dormido?” Pudo escuchar aquella voz resonar en su mente, animándole, o mejor dicho presionándole a levantarse pues esta la escuchaba en un tono realmente agresivo “…Tenemos trabajo que hacer.” Poco a poco recobro la conciencia y la sensibilidad. Y al percibir las bajas temperaturas que azotaban las montañas, fuertes punzadas de dolor fueron captados por sus sentidos orillándole a retorcer y abrazar su torso con gran agonía. Era una maldita tortura que el frío se uniese a sus heridas que permanecían frescas. Su respiración era agitada, podía notarse a través de una nubecilla que aparecía y desaparecía frente a su boca. Lentamente logró levantar su cuerpo que se encontraba enterrado sobre una capa no muy pesada de nieve, titubeando al sostenerse sobre sus cuatro extremidades.

El viento azotaba inclemente las cumbres de las montañas, su azulada cabellera era despeinada; un hilo de sangre se escapaba de la comisura derecha de sus labios que recorría su fina y blanca piel hasta su mentón, mientras otro más grueso se escapaba de su sien izquierda y cubría su rostro hasta alcanzar su pómulo. –¿Qué sucedió?... ¿Dónde estoy?–Se preguntó a si mismo pudiendo notar que se encontraba al menos en las laderas de alguna montaña.

Pudo erguir su cuerpo de nuevo, lo más conveniente era descender al pie de la montaña aunque solo había un inconveniente: no tenía la fuerza suficiente; estaba tan débil que el sobrevivir al descenso era una tarea titánica. Sin ninguna otra opción avanzó. Numerosas veces sus piernas en conjunto con su debilidad le traicionaron y le hicieron caer por los bordes hasta dejar que la nieve amortiguase sus caídas, otras veces solo resbalo hasta sostenerse de alguna afilada roca la cual no resistía al sostenerse al usar los guanteletes de una armadura.

Transcurrieron algunas horas hasta que pudo llegar a las faldas de aquella elevación, sin embargo, resbaló de nueva cuenta, esta vez arañando aquel rostro lleno de suciedad y provocando aún más rasguños y heridas. –¡Ungh! –un quejido se escapó desde su garganta, mientras que tembloroso hizo otro intento para ponerse en pie, logrando conseguir una rama seca aunque parecía frágil, a punto de romperse, que se encontraba cerca; al menos era lo suficientemente útil para usarla como bastón. –Yo estaba...– susurró en un breve monólogo tratando de recordar sus últimas acciones, pero lo único que su mente le permitió ver fue la desolación de cada ciudad importante del mundo moderno; la destrucción de muchos seres vivientes, la marcha de gente con capacidades que muchos considerarían no naturales, atormentar aquellos a quienes denominaban inferiores. La caída de la humanidad ante la rebelión de muchos seres que solo se creían propios de los mitos y leyendas.

–Si… Es verdad… Tengo que regresar… tengo que...– dijo débil tratando de apresurarse, pero su evidente condición, junto con el esfuerzo innecesario le hicieron tropezar con torpeza para caer de cara al áspero y filoso suelo rocoso al pie de la montaña. No sabía donde estaba, a que época había sido enviado, eso, si realmente había le habían transportado a otra época en el pasado o en el futuro.

Todo era tan incierto como la hora o los puntos cardinales, no sabía realmente si aún continuaba en la misma realidad, no podía usar su magia para usarla a conveniencia o enviar una señal de auxilio a la Asociación de Magos, mucho menos para verificar su existencia. Tan solo sabía que debía apresurarse y así lo hizo en dirección. Corrió, apoyándose de vez en vez sobre aquel bastón improvisado, corrió lo más rápido que pudo. Tal vez encontraría alguien que lo ayudase a volver, o que pudiese tratar sus heridas. **

¿Que pensaría tu dios... al ver tus oscuras intenciones con una bruja?

Si gustan a rolear, no duden en avisar. No sean tan tímidos.