—No vuelvas a decir eso en voz alta. No te atrevas a mencionarlo otra vez.— Aquél día había sido una pesadilla. Se había dejado envolver por la ambición de Rhine Lab y no había día en el que no se culpara acceder a un experimento tan incierto. Se había dejado cegar por su deseo de ayudar al mundo, de salvar a su pequeña del destino que ambas sabían que le aguardaba y no midió las consecuencias de sus acciones. Pero Ifrit no lo recordaba, ella estaba en paz, y era su trabajo que así permaneciera. Al menos eso si lo podía controlar.

—...— Las plumas que adornaban su cabello se movieron ligeramente, agachándose al escuchar como Saria también la culpaba. —No voy a permitir que te acerques a ella. Se de lo que eres capaz si las cosas vuelven a salirse de control. Si yo no soy inocente, tú tampoco lo eres.