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ShionneCastelli · 22-25, F
Movió ligeramente sus orejas, había llamado su atención aquel cambio tan repentino en la cachorra. Su humor había mejorado y esto tranquilizó un poco a Castelli. — Ya veo porque Arya aceptó traerte hasta aquí, se nota que se llevan bien. — Las habilidades del clan Bianco resultaban excepcionales y Lyanna tenía una gran capacidad olfativa la cual podía abrir muchos caminos para descubrir la verdad. — En ese caso...— guardo silencio antes de abrir la puerta, había cosas que no podía mencionar en aquel pasillo. —
LyannaBianco · 22-25, F
Sus orejas se movieron ligeramente, interesada en esa historia de la infancia entre Shionne y Fausto. ¿Habían sido intrépidos y rebeldes lobos como ella y Arya? —Comprendo eso, porque también soy muy unida a mi hermana.— Se sintió de una extraña forma afin a ellos, quizás no eran tan distintos después de todo. Desvió la mirada, encogiéndose de hombros, supuso que no había secretos para los dorados ojos de esa mujer.
—No, son una camada de idiotas, incluso los mayores. Excepto Arya... ¡Ella es increíble!— Alzó la voz, como una cría emocionada. —Es fuerte, valiente, rápida, no hay nadie como ella.— De pronto se sintió de mucho mejor humor, tomó la llave que la consejera le ofrecía, y la miró muy de cerca, sin poder evitar olfatearla un poco. —Huele a ti. Si la perdiera, seguramente la encontraría al instante, nadie más usa ese perfume.
—No, son una camada de idiotas, incluso los mayores. Excepto Arya... ¡Ella es increíble!— Alzó la voz, como una cría emocionada. —Es fuerte, valiente, rápida, no hay nadie como ella.— De pronto se sintió de mucho mejor humor, tomó la llave que la consejera le ofrecía, y la miró muy de cerca, sin poder evitar olfatearla un poco. —Huele a ti. Si la perdiera, seguramente la encontraría al instante, nadie más usa ese perfume.
ShionneCastelli · 22-25, F
Le resultaba adorable mas su expresión de mantuvo tal y como siempre. No era muy buena tratando con cachorros y aún así Leah y Fausto confiaban ciegamente en ella. No podía fallarles.
— Es porque fuimos muy unidos en nuestra infancia. — respondió sin poder evitar una sonrisa, le gustaba recordar. — Así que si, es como si nos pusiéramos de acuerdo para hablar. — se detuvo frente a una habitación y se dió media vuelta para ver a la joven. — ¿No te agradan mucho tus hermanos? — curiosa preguntó extendiendo su diestra ofreciéndo una llave a Lyanna. — Solo yo tendré la otra copia, asegúrate de no perderla. —
— Es porque fuimos muy unidos en nuestra infancia. — respondió sin poder evitar una sonrisa, le gustaba recordar. — Así que si, es como si nos pusiéramos de acuerdo para hablar. — se detuvo frente a una habitación y se dió media vuelta para ver a la joven. — ¿No te agradan mucho tus hermanos? — curiosa preguntó extendiendo su diestra ofreciéndo una llave a Lyanna. — Solo yo tendré la otra copia, asegúrate de no perderla. —
LyannaBianco · 22-25, F
Estornudó suavemente antes de alejarse, el perfume le había hecho cosquillas en su nariz, tan sensible a los aromas. Para alguien como ella, que provenía del bosque, era todo lo contrario a normal y natural. —Fausto me ha dicho lo mismo. Ustedes son muy, muy extraños. ¿Se ponen de acuerdo para hablar?— Dijo sin pena alguna y se giró, caminando inquieta por el largo pasillo a donde iban a llevarla. —¡Pero me alegra por fin tener mi habitación! Creí que iba a pasar el resto de mi vida durmiendo con mis inútiles hermanos.
ShionneCastelli · 22-25, F
Entró a la sala, Fausto y Leah le habían pedido personalmente que ayudara a la joven Lyanna a recorrer el lugar y mostrarle su habitación y reglas. Claramente omitieron que se trataba de una cachorra quien al primer contacto no dudo en olfatear a Shionne provocando que carraspeara con cierta incomodidad. — Porque tengo que hacer negocios y debo tener una buena presentación, incluyendo lo olor. — En parte y por otra parte era un motivo mucho más personal.
LyannaBianco · 22-25, F
—Wow, eres más linda de cerca.— Exclamó, parpadeando un par de veces, nunca había tenido tal cercanía con la consejera de su cuñada. Olfatea un poco, invadiendo su espacio personal, luego arqueó ligeramente sus cejas. —Solo hueles a esos perfumes horribles... ¿Por qué?— Sus orejas se movieron, atentas.
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