El recuerdo emancipado de un réquiem estaba latente en su mente llevándola al comienzo, cuando llego, cuando por poco y es comida de un gran dragón rojo que sin miramientos termino siendo un buen amigo aunque admite que al principio le era interesante molestarlo incluso impidiéndole dormir, y si; lo hizo en una ocasión hasta que fue advertida con que debía quedarse quieta o seria comida así de sencillo.
── Trata de que no se te mueva la mano tanto. ─Tomo con
cuidado el lapicero, por lo menos y no tenía que apretar el botón para hacer salir la punta. ── Pues es que hoy en la mañana recibí buenas noticias, luego fueron opacadas con diversas situaciones.
Comento mientras comenzaba a dibujar en su mano un pequeño conejo encerrado en un corazón, estaba segura que terminaría dibujando más cosas pero mientras así estaba bien.
Sirvió más del contenido de la botella en la copa y le dejó la misma a ella, acercándole además el lapicero con movimientos arrastrados y poco cuidadosos.
—Hazme otro dibujo... y dime por qué estás tan triste.
Sus palabras también eran arrastradas, pobremente moduladas. Mientras ella hacía algo en una de sus manos, él tomaba la botella, que era la quinta de la noche para él, y bebía directamente de ella.
── Sera nuestro secreto de poder haber sacado tu lado dulce.
Levanto su mano observando el diseño, muchas veces el lado imponente de su amigo podía mantener a muchos apartados pero cuando su lado suave afloraba “con una ayudita extra del saque” salía a luz como un pequeño tesoro bien resguardado era adorable para ella regresándole un poco de la esperanza. Había sido un día pesado incluso pensó tenía una nube negra encima pero ahora el sol salió acompañado.
Tomo de la misma copa en la que bebía el haciendo que su mejillas encandecieran. ── Gracias por salir conmigo lo necesitaba.
Había bebido hasta el punto de que su pulso y su visión estaban ambos afectados; más la última, que provocaba que la pequeña mano de la albina se tornara borrosa y se moviera sin realmente hacerlo. Aun así, le había nacido de la nada hacerle ese pequeño dibujo allí, sin motivo necesario.
Al terminar de dibujarle una pequeña cara al conejo, dejó el lapicero de lado y admiró su obra con los párpados pesados.
