Estaba en el más profundo sueño que lo había podido dominar fuera de un volcán. Se encontraba en el bosque adyacente al último volcán que había fungido como su hogar en Terra; en una forma híbrida carente de toda energía que mostraba a leguas su debilidad. Su piel entera estaba quemada y cubierta de cenizas; sus túnicas negras, completamente desechas, abiertas, dejando expuesto todo su torso malherido, que se movía de arriba abajo, con una respiración irregular y agotada.
— Si en algún momento te cansas solo dilo, en esa forma puedo llevarte cargado.
Sentía un gran pesar al verlo así, nunca imaginó ver a un ser tan poderoso y orgulloso como él en una apariencia tan descuidada y lastimada. Hubiera querido ofrecer más ayuda pero conociendo su humor era arriesgarse a ser castigada.
Levantándose con cuidado y acomodando sus ropas blancas, señaló en dirección al este. Sería una larga caminata y por algún motivo imagino que con esas heridas no lograría caminar por mucho tiempo.
Con paso sereno, lo guió por el bosque dejando el verde fresco que iría desapareciendo conforme avanzara el viaje.
— Me atrevo a preguntar... ¿Cómo fue que obtuviste esas heridas?
