—Odio este clima... —Murmuró bajo, prácticamente inaudible por la ventisca helada que los rodeaba. Ayudó al otro a entrar en ese frío lago, sosteniendo su cuerpo con firmeza, esperando que tanto el agua como el frío lo revitalizaran—. Con esto debería retomar la consciencia... —Lo hundió en el lago frío, al principio cuidando de no meterse por completo en el agua, pero eventualmente adentrándose poco a poco también.
En su nueva posición pudo notar la marca de posesión en la nuca ajena. Aquel maldito se había asegurado de que Meiren le perteneciera por completo.
Se inclinó sobre su cuerpo, tomándole de nuevo la muñeca que cubría la marca, para hacerlo voltear hacia él y aprisionarla por encima de su cabeza, sin rudeza.
—No quiero volver a escucharte decir esas palabras.
Con el otro brazo envolvió su cintura, apegándolo a él y hundió su rostro en un costado de su cuello, abriendo sus fauces, como si fuese a morder con fuerza una gran sección, pero controló la mordida y no fue suficiente para marcar.
