Su sonrisa fue porque, al despertar, se percató de que con su ausencia, los animales de ese espeso y alto bosque de la cima de la montaña, se habían sentido tan cómodos que habían comenzado a andar con mucha libertad cerca de su templo.
Comida. Banquetes y banquetes se daría hasta que el terror los volviera a ahuyentar por kilómetros a la redonda.