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Tras dejarlo a las afueras del castillo en su forma dracónica, volvió a transformarse para retirarle las ataduras, pues detestaba recurrir a las mismas medidas que su torturador, aunque las intenciones fuesen distintas.

—Meiren, sé que me odias, pero esto no quedará aquí.
Incluso luego de desatarlo, lo volvería a tomar entre brazos para dejarlo a la puerta de su cárcel, aunque el pequeño dragón lo detestara por eso.
 
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Shaitan · M
Estaba aguantando ira; aunque fueran la compañía de Meiren no sentía ningún respeto por ellas o ese nefasto lugar. El rugido que guardaba dentro de sí mientras era guiado era audible, como el de una bestia rabiosa esperando el movimiento en falso para atacar, con sus colmillos amenazando con mostrarse. Sentía que lo estaba llevando a sacrificar.

Al ver la cama, su mirada se tornó sombría, sus brazos temblaron y su cabeza cayó.

—Meiren, no puedes quedarte aquí.
 
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