Sentirlo distante y melancólico a su al rededor no le gustaba. Comprendía que había mil tormentas en su cabeza, así lo conoció, pero quería creerse capaz de apaciguarlas; o al menos brindarle un poco de la quietud que sentía a su lado. Impaciente por ello, lo tomó en brazos y se inclinó sobre su cuerpo, acercándose a sus labios, demandante.
—Esa noticia lo hizo alzarse casi de un brinco, mirando a la ventana por un momento y sólo viendo el avance del dragón.—
¡S-shai, espérame!
—Saber que ya había puesto su huevo le preocupó ¿Qué hacía en ese lugar entonces? Debía reposar. Rápidamente fue detrás de ambos, aún cuando tenía claro que Meiren los había visto, lo veía como su amigo y no pretendía dejarlo a su suerte, aún si se ganaba su odio por lo que recién había pasado al saber sus sentimientos. Shaitan se adelantó tanto que le perdió de vista, teniendo que olfatear y mirar el rastro en la tierra para poder dar con ellos lo más pronto posible, terminando por detenerse a algunos metros al encontrarlos, mirando la escena preocupado.—
