Unas inmensas ganas de llorar la abrumaron. ¿Cómo podía ser posible que la estrella no sienta ni un mínimo atisbo de resentimiento o tristeza por lo que pasó a causa suya?

El beso en sus manos la dejó sin aliento. Mantuvo su mirada con la otra, hipnotizada por sus palabras. ¿Será posible labrar su camino por su cuenta? El nudo en su garganta impedía siquiera verbalizar lo que sentía en esos momentos.

Asintió repetidas veces, descaradas lágrimas resbalaron por sus mejillas sin obedecer a su insistencia de no llorar. Cargar con responsabilidad y culpa no era nada fácil.

La llegada de la guerrera en su vida transformó sus ideales, despertó el volcán dormido en su interior. Acarició con sus pulgares las manos contrarias. A pesar de que su garganta bloqueaba el sonido y que las lágrimas impidiera verle a la perfección le regaló la más bella de sus sonrisas.