Para el samurai que vivía de las sorpresas y de las reacciones que el resto tenía para con su actuar, este se vio con los ojos muy abiertos por un instante mientras que el suelo reclamaba su espalda.

Con un ligero chapoteo se consolido aquella unión de sus labios, con el debajo observando el rostro de su mentora por un solo segundo. Instintivamente cerró los ojos a sabiendas de su curso de acción en ese momento. Ciertamente no había nadie que viese a ambos Servants en aquel riachuelo por lo que era libre de hacer lo que le viniese en gana.

Posó sus manos en el área de su espalda baja mientras correspondía suavemente al movimiento de labios de su mentora y deleitándose con la comodidad y seguridad que le proporcionaba tener su peso encima. Unos mechones de cabellos rojos se pegaban a su cara, humedecidos por el leve caudal y el sonido del agua corriendo así como los naturales del bosque complementaban la escena.