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Sc1558098 · M
En todos los planos que existían, una sola criatura era la que podía pasar desapercibida por Satanachia. Ese era Asmodeo. Cada que el vigilante aparecía en sus aposentos, con aún menos silencio del que haría un gato, el general se cuestionaba su truco para no ser detectado. Claro, en su llegada y cercanía notaba su presencia, pero solo en ese justo momento, nunca antes. Su misterio infinito era una de las razones que mejor explicaban el agrado que sentía por él.

- ¿Letargo? No podría llamarlo como tal. He visitado seguido la Tierra, casi cada siglo. Sin embargo, en lo referente a mi deber como General, podría admitir que estás en un acierto. Los ejércitos no han sido comandados por mí en un largo tiempo, pero una guerra se acerca. Podré volver a la acción pronto.-

Con una elegante floritura de su mano, invitó al velador a descender del pilar, para unirse a un costado suyo.
[med]— El gran General de Luzbel. ¿Cuál es tu historia mmm? ¿Estabas despierto repeliendo las fuerzas abisales mientras los otros duques dormían? ¿O es a caso que también llevabas un largo tiempo en letargo?[/med]


Susurró aquella voz suave y melodiosa, que tenía una gran elegancia y armonía, mientras se encontraba sentado encima de un pilar en una parte abandonada del templo principal de Satanachia, simplemente hablando casual, como si fuese todos los días que el "Overseer" del Infierno visitara a los señores que habitaban los Nueve Infiernos, ya a este punto Satanachia sabría que después de muchos eones de silencio, Asmodeo había estado visitando de modo gradual a cada uno de ellos.

Con Asmodeo absolutamente nada era coincidencia. El General podía ver como el diablo de alto rango sostenía el valioso Ruby Rod, en una mano, ondeándolo de arriba a abajo.

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