La chica sobresaltada al no darse cuenta de la presencia del joven, ni de donde había salido, pegó un pequeño brinco y se levanto de un salto echandose dos pasos hacia atrás e invocando en su mano un extraño báculo dorado con un espejo en el extremo
-¡¿Q-Quien eres?! ¡¿y de donde hás salido?!- casi gritó secandose las lagrimas de su mirar carmesí y poniendo el dorado báculo entre ambos
Sin embargo, se paró a mirar al chico con algo más de detenimiento. A pesar de que parecía un chico normal, aquella aleta en la cabeza y la cola de tiburón dejaban de ser algo habitual. -tu...¿a caso vienes del mar?- bajó el báculo y miró al chico un poco más calmada pero aún en guardia. De ser lo que ella pensaba que era, podría no ser una buena persona. Había oido de quealgunos de los de su especie disfrutaban abusando y maltratando a otros.
Off: claro ^^ sin problema. Hasta hace nada estaba igual ^^U
On: Siendo un atardecer de color anaranjado y brillante, a la vera del mar, sentada en la arena y observando el sol poniente, se encontraba una joven de cabello rojo como el fuego, vestida en azul noche y negro. Entre sus manos sostenía una caracola marina lo suficientemente grande como para que con una sola mano no fuese capaz de cubrirla.
-¿...y donde está la paz que tanto amabas?- murmuró la joven mirando la caracola con lagrimas en los ojos.
Estando tentada de arrojar aquella pieza al mar, se contuvo, suspiró y volvio a engancharla del cinto donde solía estar. Aquella caracola había sido un regalo de una preciada amiga la cual había muerto hacia tiempo en una guerra absurda.
