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31-35, M
Solitario, educado...
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ChamCham · F
- No bajes la guardia, Kai. -Determinó la joven posicionando su mortífero bumerang frente a ella sin bajar la guardia y con ira inyectados en ambos orbes suyos, cuyo dulzor propio de ella había desaparecido.-

A: Éste poder te destruirá, niña estúpida. -Mencionó el hechicero de finos y con rasgos casi femeninos, aunque su voz gruesa y burlona resuenan en el eco del sitio. Justamente, Amakusa iba a lanzar un segundo golpe con su enorme esfera de poder, pero entonces, las agujas de tono carmín se incrustaron en distintas partes y flancos del cuerpo de Amakusa, inmovilizándolo justo a tiempo de evitar un golpe fatídico en la chica.- A: ¡Maldita sea! ¿Qué es... ? -Preguntó viendo ahora al joven hechicero de cabellera celeste.- ¡Tú, maldito engendro! ¿Cómo te atreves en intervenir? -Dijo el hombre con su voz chillona e irritable, chasqueando sus dedos para librarse de aquella magia que le sujeta con mayor fuerza.-

- ¡Déjalo! Tú y yo tenemos asuntos pendientes, y no descansaré hasta matarte. -Lanzó el bumerang que pronto le propició un fatídico golpe justamente enmedio de aquel cuerpo, logrando cortar en dos mitades al hechicero, mientras un mar de sangre se liberó y salpicó todo a su alrededor, dejando un escenario bastante tétrico y muy brutal. Amakusa, yacía aún con un pequeño rastro de vida, sonriendo con maldad mientras su organismo estaba resintiendo ese golpe inesperado por la chica, quién a su vez, sujetó con su diestra el artefacto curvilíneo. La ayuda de Kai había sido eficaz para la guerrera jaguar, quién a su vez, miraría ése hórrido desenlace, cayendo al suelo sobre sus rodillas y permaneciendo con la mirada fija e ida en ése hombre que había causado tanto daño, prontamente la oscuridad se fue disolviendo, y aunque no le quedaban fuerzas para continuar, sabía que debía hacerlo, o quizá era el momento de regresar a su hogar, por el momento no podía hacer nada.-
 
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