SaellValkyrie is using SimilarWorlds.
Join SimilarWorlds today »
Sombría, inexpresiva e imperial.
About Me Notes
The Whiteboard is a place where people can send Gestures, Attributes, Images, Comments, and much more...
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
JB1535635 · F
Había más preocupación en Jenna por la ausencia de preguntas que por la horda de demonios. Era sencillo: los demonios eran parte de las desventajas de ser una reencarnada, estaba en ella el tener que enfrentarlos para prevalecer; sin embargo, una desconocida que desafiara con garbo y destreza a demonios del quinto dominio sin demandas respecto a lo que estaba sucediendo allí, era un peligro. Un peligro eventual, porque las dos se encontraban atrapadas en la misma situación que no iba a durar permanentemente.

El dolor en su espalda la ralentizó por un instante que fue suficiente para que otro la tomara por los brazos y la mantuviera allí quieta. Jenna intentó forcejear a pesar de que se encontraba sujeta por detrás, pero el resto aprovechó para acercarse a ella, buscando un pedazo de aquella que guardaba algo mucho más oscuro que la sangre demoniaca. La rulosa empezó a asfixiarse con los cuerpos ciñéndose a ella, con las garras peligrosamente cerca de su pecho, ahí donde las creencias señalaban que se resguardaba el padre de los condenados. La sola idea que este se desatara por algo tan estúpido como una situación terriblemente controlada llevó a que de las falanges pálidas de la muchacha se escaparan destellos oscuros, estos subieron por sus brazos y piernas hasta encontrarse en su pecho y explotar en una onda de energía que impulsó a todas las criaturas lejos de ella. Jenna cayó de bruces y finalmente escuchó algo más coherente que gruñidos y siseos. Sonrió con una extraña sensación de alivio al no encontrarse tan sola como su mente en desesperados segundos se lo convenció.

¡Son demonios! ¡Tenemos que sellar las grietas! —gritó con vigor. Su corazón palpitaba con fuerza, sus dedos volvían a encerrarse sobre las cadenas de su arma y aprovechó el aturdimiento de los demonios que aún la rodeaban a prudencial distancia para atacar. Sujetó la cadena con ambas manos y con la diestra empezó a dar vueltas al péndulo. De la pequeña herida que se había hecho en su pulgar empezó a escurrirse un líquido oscuro que subió por la extensión de la cadena. El pecho de la reencarnada subía y bajaba conforme el líquido llegaba al péndulo, a la hoja del arma, y lo cubría en su totalidad. La hoja se calentó hasta prenderse en llamas oscuras y Jenna avanzó con el péndulo en el aire trazando círculos, cercenando con destreza cabezas. Sus movimientos se volvieron más rápidos, tomó más impulso y una vez que pudo abrirse camino entre los pocos demonios que aún quedaban con sus partes intactas, la reencarnada corrió hacia la ajena—. ¡Cuidado con el corte! —advirtió cuando dio un salto y la hoja del péndulo arrancó la cabeza de otro de los demonios que aquella aún tenía cerca.

Bruscamente, volteó a comprobar que no se había jugado algo como una extremidad de la desconocida. Fue un alivio encontrarla con todos sus miembros en su lugar. Minutos disponibles no tenían, pero sí segundos y eran todo lo que Jenna necesitaba para ubicarlas a las dos en la misma página—. ¿Qué más puede hacer esa espada tuya? —la curiosidad había matado al gato o en ese caso, había desperdiciado preciados segundos que Jenna trató de recuperar con un chasquido de dientes, molesta por esa facilidad que tenía para distraerse. — Observa esas grietas, tenemos que acercarnos y sellarlas —tres grietas y todas estas con demonios saliendo y resguardando—. Puedo sellarlas, lo que no puedo hacer es combatir contra ellos al mismo tiempo. Pero tú sí. Has mantenido tu terreno frente a demonios del quinto dominio y necesito que lo vuelvas a hacer con estos. De lo contrario, ni tu espada ni el fuego oscuro nos van a servir de mucho cuando estemos cruzando las puertas de Avaricia — ¿Más claro? Imposible.

El suelo volvió a temblar bajo ellas y Jenna apretó los dedos en las cadenas conforme una de las grietas parecía querer extenderse más de lo que ya estaba. Lo último que necesitaban era que ese desastre llegara a los demonios del séptimo dominio. Jenna intercambió una mirada con la desconocida. Su segunda apuesta arriesgada se manifestó cuando la muchacha se adelantó para cumplir su papel. Y como todo en la vida, bajo la filosofía de Jenna, era irse a lo grande, literalmente la reencarnada se fue hacia la grieta más grande de la cual empezaban a salir unas grisáceas manos. El sonido pesado de cadenas era inconfundible: otro ejemplar de Ira. Uno al que la reencarnada no le iba a permitir llegar a la superficie. Cortó el aire con la hoja del péndulo hasta llegar a esa mano y separarla del resto de su amorfa figura. El bramido retumbó en todos lados y la muchacha vociferó:— ¡AHORA! — Qué mal, ni siquiera le había preguntado su nombre.