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S1555889 · 31-35, F
Eran contadas las noches en las que la exterminadora se prestaba para ese tipo de "juegos" con el monje, pero esta vez en particular los tragos se le subieron de más.

Se dejó caer con la cabeza apoyada sobre la pierna del monje. Estar contra la piel de su contrario era la sensación más cálida, tan cómoda estaba la castaña que quiso aprovechar su estado para abusar un tanto más de su confianza y abrazarse al muslo del azabache, balbuceando cosas... indescifrables. Seguramente reprochándole algún comentario indecoroso hacia otra mujer.
 
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