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S1555889 · 31-35, F
[i]— La exterminadora no respondió de momento, tampoco esperaba ver el rostro de aquella sacerdotisa que les acababa de salvar la vida. Al acercarse al monje y viéndolo aún tirado en el suelo, sus labios le temblaron.
Kirara saltó desde su hombro, a la par que soltó su Hiraikotsu y lo dejó caer por igual. No podía emitir palabra alguna, un nudo en su garganta la enmudeció y sus ojos se empañaron. Se dejó caer sobre sus rodillas ante el monje. Condujo ambas manos a su rostro y empezó a llorar sin vergüenza alguna, como su cuerpo se inclinaba hacia el del monje. —
¡Temí perderlo, excelencia! — Chilló, sintiendo un verdadero terror al pensar que podría ahogarse con sus propias lágrimas. — ¿Por qué tiene que ser así? — Prácticamente se le tiró encima, abrazándolo con todas sus fuerzas, aunque ello advertía que podría fracturarle un par de costillas o dejarlo sin respiración. —
Kirara saltó desde su hombro, a la par que soltó su Hiraikotsu y lo dejó caer por igual. No podía emitir palabra alguna, un nudo en su garganta la enmudeció y sus ojos se empañaron. Se dejó caer sobre sus rodillas ante el monje. Condujo ambas manos a su rostro y empezó a llorar sin vergüenza alguna, como su cuerpo se inclinaba hacia el del monje. —
¡Temí perderlo, excelencia! — Chilló, sintiendo un verdadero terror al pensar que podría ahogarse con sus propias lágrimas. — ¿Por qué tiene que ser así? — Prácticamente se le tiró encima, abrazándolo con todas sus fuerzas, aunque ello advertía que podría fracturarle un par de costillas o dejarlo sin respiración. —
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