[code]— Se acercó solo para depositar un beso en la frente contraria, sabía que ella buscaba unas disculpas aun sin entender de todo el motivo, y aunque no desease ni sintiese que hubiera motivos para disculparse a veces hasta un rey debía ser capaz de evitar tomar decisiones desafortunadas, sobre todo cuando tratase con un león indomable. — Realmente te ves preciosa con ese atuendo, creo que es de los más bonitos que te he visto. — El arrogante ser se limitó a guardar las manos en los huecos libres de su armadura. Con tintes de emprender una retirada pasiva, antes de otro ataque de furia correspondiente a alguien con la estatura digna de un hobbit. [/code]

[code]El rubio “escuchaba” las palabras pronunciadas con fiereza, pero la realidad es que su mente estaba en otro plano desde que fue capaz de observar las telas intimas de ella. Solo hizo otro eco en su mente cuando ella aludió a presentarse en completa desnudes frente a él, estuvo a punto de pedirle que hiciera realidad aquel sueño cuando pudo notar que se encontraba de puntillas contra su persona. Al ver la cercanía era capaz de intuir en la serie de problemas que sería capaz de verse inmerso con solo una palabra en falso, decidiendo optar por la mejor solución como la inicial: Apelar al cariño de ella. — Tienes razón Sa, lo siento. — [/code]

[code]así, acortó distancias con él, y aunque más pequeña en estatura, superior en bravura al plantarse de frente a él, alzándose un tanto en puntas para ello — ¡Aceptaré tus disculpas! Te corresponde, todo rey con un mínimo de respeto por su título debe ofrecer disculpas por sus actos deshonrosos. [/code]

[code] Le carcomía tener que aceptarlo... Pero su apariencia no iba de la mano con su orgullo como caballero, su alto grado de compromiso con su determinación forjada en el filo de su espada ¡Era inaceptable! Tanto como el ego del Rey de Héroes, ese que le agotaba la paciencia en sólo segundos, y como tal, en ésa ocasión no era la excepción con tales palabras acerca de su persona. Por ello, pronto su rostro agachó, empuñando ambas manos al frente al cerrar sus piernas, dándole esto una imagen por demás hilarante— ¡No juegues conmigo! —su voz guardaba fiereza, esa que la hacía valer como el Rey de los Caballeros, férrea y densa al igual que su mirada, afilada sobre la del soberano— El orgullo no lo llevo en la ropa, sino en mi espada, podría estar desnuda y aún así mantendría mi posición ¡Archer! —no debía ni podía enfrentarlo, no por falta de ganas... Sino porqué no tenía la libertad para hacerlo dada la naturaleza de su invocación en ésta ocasión..[/code]

—El pobre rey se encogió ligeramente cuando vio a Saber de aquel modo, era gracioso en cierto modo pero ella sabía cómo imponer respeto cuando lo deseaba. Sabía que para ella el honor lo era todo, incluso un motivo para abandonar cualquier rastro de humanidad en pos de ascender a un estado superior del cual todos pudieran confiar y depender. Por eso casi no pudo contener la risa cuando vio que el motivo del enojo no era la denigración de su orgullo, sino el cuestionamiento del suyo, conteniéndola únicamente por el brillo en sus ojos que lo hacía sentir casi indecente por tomarle el pelo. Estuvo a punto de contestarle cuando ella se acercó con tanto porte y rudeza que nuevamente su falda le jugó escandalosos trucos. — ¿Qué clase de espíritu heroico soy? El más grande de todos. ¿Y dónde está mi orgullo? Probablemente en el suelo, espiando esas ropas. No eres quien para hablar de orgullo vistiendo esas distractoras prendas.

atención en sus palabras no en su apariencia— ¿Qué clase de espíritu heroico te haces llamar al ver las bragas de una mujer? —alzó por fin su rostro y con brío renovado no sólo le miró, sino que le apuntó con la diestra acusadoramente— Jamás me ha inmutado mi condición, y podría decir que algo como esto no es un problema para mi, soy un Servant después de todo y las banalidades salen sobrando... No obstante esto es diferente. —masculló lo último, frunciendo las cejas considerablemente— ¡¿Dónde está tu honor, Archer?! —fue tan energética que al moverse y acusarlo, la pomposa falda le siguió, ondeandose un tanto.

Y el silencio se hizo, agradecía que Nero ya no estuviera presente al igual que Gawain, su leal caballero. Sólo de esa manera una parte de si misma estaba tan mancillada por ese juego en el que había caído con Nero. Se colocó recta, con el mentón en alto y sus flequillos rubios otorgándole sombra a sus ojos, una sombra digna de tal momento donde sus puños se cerraron a los costados de si misma hasta exhalar como si estuviera preparándose para algo importante— Archer...—musitó, buscando su atención total...

—El más antecesor de todos los héroes no pudo evitar curvar ligeramente el labio inferior, aunque sabia que esa era la forma de ser habitual de la mujer aun no terminaba de acostumbrarse a que las cosas no saliesen a su gusto y forma. Decidió entonces ser un poco más incisivo y directo con lo que iban sus palabras. — Bueno, por mi no hay problema si quieres caminar así, Sabeeeeer. Pero déjame decirte que el blanco de tu ropa interior te queda bien. —El de ojos rojos ahora torcía su boca con sorna, apoyando su mentón en la palma. Notando ademas como la mirada de ella se dirigía a su torso.

Si alguien le hubiera dicho que las cosas podían empeorar, simplemente se habría reído en su cara.... Sin embargo, el destino en su eterno capricho para con ella era quién se reía en ese momento donde la voz de aquel hombre imperaba en sus oídos, haciéndola no sólo detenerse, sino voltear estrepitosamente con los ojos cargados de frialdad— Archer... —masculló con la acidez propia de escuchar como alargaba él su nombre— ¿Qué tiene que ver mi orgullo con la forma de caminar? Éstas ropas no merecen un ápice de respeto ni tiento, mi andar es indiferente a ello, Archer. —pese a todo, mantuvo la compostura, siendo aún graciosa su actitud pulcra y seria con esas ropas encima. Y entre todo, no pudo pasar por alto la apariencia del rubio, ésta vez un tanto carente de ropa.

— ¿Por qué deben usar esa ropa? Por un motivo tan simple como para complacer al más antiguo de todos los reyes. —Así como en toda escena en la cual la mayor exponente de todos los caballeros podía verse avergonzada se encontraba él, un rubio quien poseía todo su torso cubierto por rojas marcas. — Por otro lado, recomendaría con fervientemente, por tu orgullo claro está, el que no dieras tan largos pasos con esas vestimentas, Sabeeeeer. —El molesto ente mascó y extendió el nombre la rubia, mitad por gusto de pronunciarlo y por otro lado para molestarla. Sabedor de lo fácil que era encontrarle las cosquillas de buscarlas.